martes, junio 06, 2006

AMORES ODIOSOS

Odio el periodismo, tanto como odio la poesía. Odio la poesía, tanto como odio el periodismo. Dicen que el amor y el odio son la misma cosa, por eso se va de un lado para el otro sin pensarlo mucho. La poesía es el halo de silencio para seguir viviendo. El periodismo es el halo de mundo para hacer algo en la vida. El mundo es una poesía que habla y que grita. La poesía llega y encuentra y decide el cuerpo que quiere que la escriba. Yo amo la poesía, tanto como me amo a mí misma. Con ella el mundo es un poco más amable, un poco más bonito, un poco más sincero. El periodismo llega cuando menos lo piensas, pero siempre necesita de un paso premeditado que lo busque. Yo amo el periodismo, tanto como amo la poesía. Él es un poco más deslumbrante, me muestra el mundo y me asusta y luego me lanza a él y me grita que lo coja, que lo vea, que lo haga mío. Entonces yo me dejo lanzar, siempre con miedo, siempre callada, siempre a escondidas. El problema está cuando quiero que el periodismo sea poesía, porque la gente no lo entiende, porque la gente no lo siente, porque a la gente le gustan las palabras directas, las palabras sueltas, las palabras simples, sin metáforas, sin poesía. Yo amo el periodismo cuando es poesía, cuando es literario. Yo amo la poesía siempre, ahora casi siempre. Así que mis amores se mezclan y parecen distintos y suenan distintos y se hacen distintos. Dos polos opuestos sin posibilidad de mezcla y a mi me duele y a mi me perturba y a mi no me deja dormir. Odio el periodismo, tanto como odio la poesía. Odio la poesía, tanto como odio el periodismo. Dicen que el amor y el odio son la misma cosa. Yo quiero amarlas, porque las amo, pero ellas se juntan y me hacen añicos y yo sólo quiero odiarlas y cambiarlas por la muerte.

FÚTBOL

La pelota va. La pelota viene. La mirada va. La mirada viene. Yo en el medio. El balón. La pelota. La mirada. Gol, gritan a lo lejos.

NADIE

Nadie. Una locura insensata. Nadie. Un muerto sin fotos. Nadie. Una máscara. Nadie. Un olvido.

PERMISO

Dejen que me vaya, que me calcine, que me muera. Dejen que me asuste, que me hiera, que no me quiera. Dejen que esté ahí, allá o en el otro lado. Dejen que no sea nadie, que me asesine, que me deje morir. Dejen que deje que no deje. Dejen que viva.