martes, noviembre 27, 2007

INVIDENTE

Estoy ciega. Mi mundo se ha cerrado lo suficiente, para estar siempre oscura. Todo lo que pasa es, así se ve, negativo. En los últimos meses, de cinco cosas, sólo una me hace sonreir y el resto están ahí y me causan enojo. Estoy segura que soy yo, que estoy ciega, que he convertido mi vida en una completa oscuridad, y eso es triste, porque las cosas no son como las veo.

Vuelvo al periodismo. Ellos, hermosos! Se ríen y se gozan cada cosa. Hacen tinto, en una hora, aclara ella, y se ríe, feliz. Él, que no descubrió el billete, se ríe y dice, 'dañaste la entrevista, niña' y suelta una carcajada gigante. Él, otro, dice que quiere leer, y coge el libro, y nos muestra como lee de bien, y luego dice, eyy pero ya es suficiente, y se ríe por minutos consecutivos. Entonces, mientras tanto, yo me siento estúpida y amargada. Yo, acostumbro a no ver nada, pese a que mis ojos están en perfecto estado. La tristeza, por estos días, no es juego, es realidad, y verlos a ellos, me pega durísimo, en exceso, diría yo. Sus ojos dejaron de funcionar hace tres, quince, o desde siempre, y han aprendido que la vida tiene que seguir, y que se puede reaprender hacer las cosas comunes y normales, como tender la cama, contar dinero, hacer tinto, y lo que más golpeo mi desagradecimiento, es saber que están felices, y que pese a su discapacidad, saben que la vida vale la pena. Yo no entiendo por qué entonces, yo, que físicamente estoy bien, que vivo, en términos normales, bien, me ahogo en tristezas estúpidas que a veces no valen la pena.

Ellos no ven, en realidad, pero creo que la verdadera ciega, soy yo.

lunes, noviembre 19, 2007

DECEPCIÓN

Él decepciona cada que no entiende todas las indirectas, aunque las indirectas sean realmente indirectas. Y da rabia, incluso, porque vuelve a jugar lo de siempre. Cuando uno se acostumbra a tener lo que quiere, no alcanzarlo decepciona, entristece, enrabiese. Lo que pasa es que hay cosas que no basta con quererarlas, ni lucharlas, porque dependen de otros, y no son controlables por sí mismas, y eso, duele, realmente. De ahí que la tenga decepcionada. Es todo.

....

Pese a todo lo demás y su influencia en la vida en general, hoy descubrí que la vida es, que decir, una maravilla, y eso que lo nombro así porque no encuentro una palabra más especial, más bonita. Pasó lo siguiente. Un bus llenísimo de gente. Gente parada a lado y lado de las sillas totalmente ocupadas. Había un hombre. Entró una viejita chiquita, si acaso un metro. Él, muy caballeroso, le ofrece su puesto. La señora le dice que no, que gracias, pese a que no alcanzaba la varilla, que estaba encartadísima y que si acaso podía sostenerse. El hombre queda estupefacto y sigue ahí, sentado. Lo raro es que la mujer hablaba y hablaba, sola, y miraba para atrás, para su espalda, es decir, para la silla del frente del joven generoso. Entonces de pronto desocupan la silla, se la brindan a ella, y ella, como si nada, acepta, y se sienta. Los pies no tocan el suelo. El hombre, el primero, la mira rarísimo, pensativo, estupefactísimo. Yo sonrío.

EL HOMBRE DE LOS BARQUITOS

Cada que encuentro, mejor, que me encuentra una hoja, la cojo, la hago cuadrada, la convierto en barco. Sin embargo, no han sido muchas las hojas que me he encontrado y creo que no he llegado a cien barcos en mis 21 años de vida. No, no creo, estoy segura. Pues bien, encontré a un hombre, el hombre de los barquitos. A él, las hojas no lo encuentran, él busca las hojas, él encuentra las hojas, él necesita las hojas. Cuadros de hojas, que convierte en barquitos grandes y pequeños, blancos o azules, negros o rojos, multicolores incluso, eso depende de la hoja, de las hojitas, de las muchas hojas. Éste hombre hace flotas de más de 100 barcos por día, y los deja por ahí, en cualquier parte, en cualquier charco, en cualquier mesa, a veces, dice, para hacer feliz a alguien. Y yo me siento estúpida, no por los barcos, sino porque había cierto privilegio, mejor, cierta alegría con el barquito hecho una que otra vez, una que otra hoja. Y los barquitos son bonitos, y lo mejor, que la historia es distinta cada día. Cada flota.

Ella se imaginó un montón de barquitos flotando en una taza de café regada en la mesa del comedor, en mi mesa de comedor, en cualquier mesa. Los pronombres son relativos, al fin y al cabo. En cambio, yo, no puedo dejar de pensar en un poema de Jairo Aníbal Niño, cada que el hombre de los barquitos le regala uno a la pelirroja, que no es pelirroja, es más, odia sentirse pelirroja, que le diga pelirroja. Lo que pasa es que no entiende que los colores también son relativos, y que a veces se puede ver del color que se quiera, e incluso ser daltónico por tiempos. Yo la veo pelirroja, es todo, porque me da la gana, porque me suena a cuento de hada de mujer de cabello crespo, que ondea con el viento, pero es rojo. Tiene que ser rojo. En fin. Yo me armo un cuento muy distinto. El hombre de los barquitos encaja perfecto en los brazos de la pelirroja, y así como el poema, los barquitos llevan un montón de mensajes ocultos. En mi historia, tengo la impresión que el final va hacer bonito, de perdices, para ser más sincera. Va el poema, aunque acabo de recordar que son dos.

UNO. TE REGALÉ UN CARACOL
Te regalé un caracol el día de tu cumpleaños.
Cuando izaste la bandera te obsequié otro de color perla.
Una tarde, cuando me di cuenta de que estabas triste,
te mandé con mi hermana un caracol de las islas.
Hace alugnos días, te dejé una pareja de caracoles de río,
en el interior de tu pupitre.
Ayer estuve en tu casa y te llevé un caracol transparente,
tan bello y extraño
que parecía hecho de aire endurecido.
Sin embargo, tu madre se enfureció conmigo
y gritó que jamás quería volver a vernos
-ni a mí ni a los caracoles qeu te regalo a cada rato -.
Ella no comprende
que yo,
simplemente,
estaba haciendo una escalera de caracol
para llegar a tí.

DOS. NO BUSQUES MÁS TU CUADERNO DE GEOGRAFÍA
No busques más tu cuaderno de geografía.
Yo lo saqué de tu morral.
No quisiste ir a matiné conmigo,
el domingo pasado.
Mis amigos me contaron
que estabas en compañía de Bermúdez,
el grandote que practica la lucha libre.
Me contaron que estabas muy linda,
y que te reías a cada rato.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Ahora que está lloviendo,
asómate a la ventana,
y verás pasar ochenta barquitos de papel.
No busques más tu cuaderno de geografía.
...

El hombre de los barquitos me hace pensar en un mar, y en ese mar, yo mando, y puedo ser feliz!!! Feliz es una palabra relativa, pero valga la convención.



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Ando buscando un poco de tiempo que me explique algunas cuantas historias que van pasando, día tras día, amor por amor, invento tras invento. Sin embargo, el tiempo es relativo, y explica como quiere, cuando quiere, como le conviene explicar. A veces contradice y envuelve en un reloj que gira al revés, que confunde, que hiere, incluso. El tiempo es relativo y hace lo que le da la gana. (Camila)
           

domingo, noviembre 18, 2007

AMOR EN LOS TIEMPOS DE MÓNICA

Mónica, Mónica, ¿qué decirte en estos tiempos tan raros e incluso superfluos por los que pasa esa vida que has armado? Tienes la culpa de cada uno de los hechos que ahora te suceden, porque, ¿quién más? Sí, estarás diciendo que todo empieza con su muerte, pero su muerte ya pasó hace 19 años y unos meses, así que si bien te marcó para siempre, no significa que todo lo demás sea por su causa. Creo, que todo empieza y termina con esa locura, a veces innecesaria, de querer ver todo al revés, todo distinto, de extremar cada cosa, cada hecho, cada situación. Dime, entonces, ¿qué te falta para hacer feliz? Sí miras, y sos un poco más centrada y más aterrizada, has de encontrar que lo tienes todo, por lo menos lo necesario, para ser feliz. Y sí, me contradigo, feliz es indefinible, pero seguí, por esta única ocasión, la convención. Así que lo demás es ese amor por complicarte, por complicarlo, por complicarse. ¿Qué es un poco duro? Lo mereces, y más de lo que crees, Mónica, porque si la tristeza te pega, es porque te da la gana, si eres infeliz, es porque te da la gana. Así de simple.

¿Qué decirte, Mónica, en estos tiempos rarísimos? Qué a veces sos más adulta de lo que quieres y menos niña de lo que ansías ser. El mundo no es tan difícil, es más bonito de lo que crees. Te falta amor, y es todo, y sobre todo de Mónica para Mónica, porque tu mamá te quiere, tu muerto te quiere, tu familia te quiere, tus amigos te quieren. Sólo que es difícil que el mundo te quiera cuando a tí te falta más de lo que los otros pueden dar. El amor viene por añadidura, Mónica. Más que pensarlo, viene cuando es, porque es y como tiene que ser. Olvida lo demás y olvida, sobre todo, todo lo anterior, que no vale la pena, ni lo valdrá mucho más de lo que a veces le implicas. Y te hablo de muchas clases de amor, incluso del que crees que te hace falta, aunque en realidad te faltan más de los que crees. Ya vendrá, Mónica, y no es paciencia, es disposición.

Mónica, Mónica, Mónica, aquí está Camila, de una vez y para siempre, incluso, a veces, más aterrizada que vos, lo que debería ser contrario, porque aquí la loca, por fortuna, soy yo, no vos. Nunca lo has sido, y quizás nunca lo serás, porque no te da la gana, porque te da miedo, porque te complicas demasiado.

Camila Avril, Carta a Mónica.

TRISTÍSIMA...

He descubierto que la tristeza es un gen que se vino conmigo y actúa casi a diario, casi por costumbre y casi por molestar. Por eso me gusta, por eso la soporto, por eso la tengo que vivir. Sin embargo, he descubierto, también, que la tristeza me hace más daño del que me hago a diario con mis múltiples reproches y negaciones. Sí, me encanta escribir la tristeza porque el movimiento del texto es distino. Lo que pasa es que últimamente no es esa tristeza superficial e inventada la que me ataca. Es la tristeza, la que duele, la que realmente se siente, y esa, duele, y esa, sobre todo, no me gusta. Empero, para lástima propia, está ahí,como parte del gen que se vino conmigo.

Él sigue ahí. Yo sigo aquí, en silencio profundo, con miles de palabras escondidas y atoradas en la garganta.

CamilaA.

sábado, noviembre 10, 2007

WITHOUT LOVE

La noche está fría y mi nombre resuena en el cuarto, que está vacío. Yo estoy vacía y un poco de dolor innecesario me ataca. Pienso en él y me aseguro que no lo entienda, ni se de cuenta, ni lo crea. Más silencio, y ya no por costumbre, es por miedo. Hay un sentimiento extraño que me hiere y provoca algo que no comprendo aún. Quisiera ese día, con un poco más de tiempo, pero con la misma locura, y luego que todo fuese distinto, y no tan callado. La vida es así, es todo, y el amor sigue ajeno, ajenísimo, y yo sigo vacía, vaciísima.

Hablo conn él y me aseguro que no lo entienda, ni se de cuenta, ni lo crea. A mí me duele el silencio, pero es miedo, y el miedo me acobarda.

viernes, noviembre 02, 2007

MUNDO CALLADO

Ayer caí en otra de esas historias que son tristes, no sólo de contar, sino tristes por naturaleza, y que producen una ira máxima que hay que reprimir.

Pasa que es un joven de 16 años, que a los dos le dió meningitis y desde entonces tiene sordera profunda. Después de muchas luchas, la mamá, que me acuerdo de su nombre porque es el mismo mío, logró que en 1999 el seguro le pusiera un implante coclear. Para éste, al joven le abrieron la cabeza y le pusieron algo allí, pero afuera queda un aparatico, que puede parecerse a un radio o a un walkman, que se pone en el pantalon, y sube, como un micrófono de solapa, hasta su oído derecho, donde se pega justo detrás de él, donde está la marca de la operación. Con el implante, el joven escucha un 80 porciento, es decir, escucha la voz de su madre, de sus profesores, de sus amigos. Sin él, no escucha ni murmullos.

Aprendió a hablar, porque no es mudo y a leer los labios y lenguaje de señas. Aprendió antes del implante y mejoró con él. Es inteligente, le va bien en el colegio y cuando habla, con un discurso coherente, e incluso mejor que muchos que tienen audición, uno siente que estuviese hablando, no con un sordo, sino con un joven, yo pensé en alguien brasileño, y Sara en un italiano, que está aprendiendo español y tiene el acento muy marcado. Estudia en un colegio para jóvenes normales e incluso habla por celular, no con la rapidez con que se le habla a alguien que escuche bien, pero si una conversación más pausada, pero normal, absolutamente normal.

Sin embargo, aquí la historia todavía no tiene matices tristes. Pasa que la noche de brujas, mientras estaban afuera, su mamá, su papá, su hermana, él, y creo que incluso el perro, alguien, un ladrón, entró a su casa, entró a su pieza y se robo el implante. Sí, se robo más cosas, pero en este caso, lo importante es el implante, porque marca una gran diferencia entre el mundo que oye y el mundo callado en el que está cuando no lo tiene. Sé que se estarán preguntando por qué no lo tenía puesto y he de decirles que a Andrés le gusta hacer deporte, y cuando tiene educación física, como era el caso, lo dejaba en su pieza, en la mesa de noche, irónicamente para no perderlo, e incluso, para que no se lo robaran. Entonces es aquí cuando uno siente rabia. Andrés nos decía, que por favor se lo devolvieran, que eso sólo le sirve a él, a nadie más, y estoy segura que nos partió el corazón cuando nos mostró las pilas solitarias del implante y nos dijó que le dejaron las pilas, pero que el implante ya no estaba y que las pilas sin implante, no servían para nada.

Mónica, la mamá, mientras tanto, nos decía que el implante sólo le sirve Andrés, que es quién tiene la operación y que se lo devuelvan porque le entristece ver a su hijo triste y tener que volver a la época del lenguaje de señas, de la lectura de labios. No sabe que hacer. Está confundida, simplemente, y triste, muy triste.

Creo que es inaudito robar, pero sobretodo, es inhumano robarle algo a alguien que lo necesita para mejorar su calidad de vida. Es de esas cosas que dan rabia, más que tristeza, aunque la tristeza es inminente. Alguna vez me quedé sin el oído izquierdo ocho horas y dejenme decirles, que oir el mundo de esa forma, es díficil y desesperante. Todos los sentidos se necesitan. De ahí que agradezcan por tenerlos.

Creo que el ladrón no tiene perdón, y lo peor, es que lo más seguro es que no sepa para que sirve el implante, y más, que ni siquiera sepa pronunciar coclear.

Alguien que se robe algo como eso, es porque la brutalidad es más grande que él.