viernes, septiembre 08, 2006

DE NADIE

Es un amor diferente. Ni tuyo, ni mío. Un amor de nadie. De vez en cuando. Ese mismo que no necesita nada, excepto ciertas miradas, una que otra vez. Ninguna vez. Un amor, que no es amor, que no es nada. Un amor diferente. Ni tuyo, ni mío, ni de nadie.

martes, septiembre 05, 2006

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Muere, Mónica, Muere.
Ya tendrás tiempo de volver mañana.

viernes, septiembre 01, 2006

HISTORIA

Historia, qué he de hacer contigo. Yo te quería fantasiosa, un poco más silenciosa, menos impertinente. En cambio te encontré distinta. Llegas como si nunca te hubiese mirado, porque aunque no lo creas, te miré desde siempre de reojo. Llegas con una magia y lo transformas todo, como si en realidad no hubieses pasado. Llegas y me mueves la conciencia y el corazón y te introduces como si nada, como si fuese necesario mirarte. Llegas a intrometerte y a señalarme y a mí no me queda nada más que mirarte y compararte y dejarte ahí, porque lo escrito, escrito se queda. Lástima que seas de occidente. Lástima que te intrometas tanto, que a veces caigo en anacronismos locos que me hacen pensar en la edad media, como si la hubiese vivido, y siento tanta ira y tanta rabia, que quisiera quedarte y seguirte. Tu olor, ese olor. Una sola tierra para varios mundos, para tantas pequeñas historias y en medio de todo, todos. Lástima que sólo te quiera para mirarte, mientras estás de moda, mientras quiera seguirte. Lástima que te necesite tanto, porque si no podría irme, como si nada. Llegas con tanta prepotencia, que cierro los ojos y te encuentro, que sueño con tus voces y que mi pensamiento se confunde y se enloquece. Historia, qué he de hacer contigo. Demasiado tarde para la indiferencia.

martes, agosto 08, 2006

MIRADAS

Era esa mirada, penetrante, como algunas veces,como algunas pocas veces. Yo intente desafiarlo, como nunca, como casi nunca. Entonces sus ojos se enojaron. Nadie los había desafiado, porque eran ellos los dueños de las miradas. Así que apareció una sonrisa débil, irónica, picaresca. Yo produje una sonrisa débil, desafiante, miedosa. Sus ojos se enfurecían más, pero era un odio amoroso, un amoroso odio. Su cara sabía del desafío y a veces parecía que iba a soltar varias risas sonoras, a mirar hacia abajo y a declarar la derrota. Yo lo deseaba,porque sus ojos producían ciertas libélulas en medio del corazón. Dos pasos, fueron dos pasos hacia mi cuerpo, hacia mi mirada, hacia mis ojos. Tenía miedo, a esas alturas de la distancia. Mi sonrisa desapareció. El corazón zumbaba. Las libélulas iban y venían, de ahí para allá, de allá para acá. Buscaban sus libélulas. Sí, lo deseaba tanto como sus ojos lo deseaban. Mis dientes se acercaron al labio, con miedo, tratando de enviar señales a sus labios, pero su mirada seguía concentrada en mis ojos, desafiante. Yo seguía mirando sus ojos, y su boca, y su cara. Él pestañearía primero y miraría mis ojos, y uniría sus labios con mis labios, y entonces no sería una lucha de miradas, sino una lucha de labios y de lenguas y de salivas. No sucedió así. Era esa mirada, penetrante, como siempre, como casi siempre. Estaba oscuro, aunque la soledad no era la compañía. El tiempo fue poco para mis libélulas. Mi miedo fue mayor que las miradas, mayor que el deseo. Su miedo fue opacado por su mirada, aunque lo deseaba. Llegó una voz que rompió las miradas. Por qué no se besan, nos dijo, y mis libélulas se murieron al instante. Su última mirada se quedó en mis labios. Mi última mirada, se quedó en sus ojos.

martes, junio 06, 2006

AMORES ODIOSOS

Odio el periodismo, tanto como odio la poesía. Odio la poesía, tanto como odio el periodismo. Dicen que el amor y el odio son la misma cosa, por eso se va de un lado para el otro sin pensarlo mucho. La poesía es el halo de silencio para seguir viviendo. El periodismo es el halo de mundo para hacer algo en la vida. El mundo es una poesía que habla y que grita. La poesía llega y encuentra y decide el cuerpo que quiere que la escriba. Yo amo la poesía, tanto como me amo a mí misma. Con ella el mundo es un poco más amable, un poco más bonito, un poco más sincero. El periodismo llega cuando menos lo piensas, pero siempre necesita de un paso premeditado que lo busque. Yo amo el periodismo, tanto como amo la poesía. Él es un poco más deslumbrante, me muestra el mundo y me asusta y luego me lanza a él y me grita que lo coja, que lo vea, que lo haga mío. Entonces yo me dejo lanzar, siempre con miedo, siempre callada, siempre a escondidas. El problema está cuando quiero que el periodismo sea poesía, porque la gente no lo entiende, porque la gente no lo siente, porque a la gente le gustan las palabras directas, las palabras sueltas, las palabras simples, sin metáforas, sin poesía. Yo amo el periodismo cuando es poesía, cuando es literario. Yo amo la poesía siempre, ahora casi siempre. Así que mis amores se mezclan y parecen distintos y suenan distintos y se hacen distintos. Dos polos opuestos sin posibilidad de mezcla y a mi me duele y a mi me perturba y a mi no me deja dormir. Odio el periodismo, tanto como odio la poesía. Odio la poesía, tanto como odio el periodismo. Dicen que el amor y el odio son la misma cosa. Yo quiero amarlas, porque las amo, pero ellas se juntan y me hacen añicos y yo sólo quiero odiarlas y cambiarlas por la muerte.

FÚTBOL

La pelota va. La pelota viene. La mirada va. La mirada viene. Yo en el medio. El balón. La pelota. La mirada. Gol, gritan a lo lejos.

NADIE

Nadie. Una locura insensata. Nadie. Un muerto sin fotos. Nadie. Una máscara. Nadie. Un olvido.

PERMISO

Dejen que me vaya, que me calcine, que me muera. Dejen que me asuste, que me hiera, que no me quiera. Dejen que esté ahí, allá o en el otro lado. Dejen que no sea nadie, que me asesine, que me deje morir. Dejen que deje que no deje. Dejen que viva.

viernes, marzo 31, 2006

NOMBRE

Escribo este nombre y es sólo una palabra vacía, sin alas, sin nadie. A veces sólo somos nombre, sin hombre, sin nada. Puedo escribirlo, muchas veces, quizá miles de veces, pero sigue siendo nombre, sin hombre. Las letras siguen allí, como esperando que las mire, que les diga que ella si existe, pero ella no existe. Es nadie, es sólo hombre, es nombre. Es ella. Escribo este nombre, y es sólo un palabra vacía, sin alas. Un hombre, sin nombre, sin nada.

ESPERAS DE ESPERAS

Hay esperas difíciles de esperar. Están por ejemplo, las esperas en las que tienes calor, y andas con saco, sin camisa por debajo, las ventanas están cerradas y no hay ventilador. Están las esperas desesperantes. Cuando te quieres ir y no puedes y el calor se te sube a la cabeza. También existen las esperas esperanzadoras, cuando esperas a alguien, y viene en camino, y trae algo interesante. Pueden darse esperas amenas, porque el que está a tu lado, te pareció lindo y te empieza a conversar, como si le hubieses parecido linda. Hay, al contrario, esperas fastidiosas. El del lado izquierdo es un viejo con mal aliento, que escupe cuando habla, huele maluco y te conversa. Esperas, cuando esperas algo que alguien tiene, que así mismo espera, porque otro lo tiene, y ese otro está en la esquina, pensando en si la tierra es redonda, y vos miras al que espera, y ese mira al de las palomas, y es una tortuga a miles de kilómetros, y tienes afán, y el otro tiene afán, y a ese, no lo importa. Por último, habrá más esperas, más de lo que esperas, como está, en la que escribo mientras llegas. El problema es que no llegas, y no se cuando llegarás, porque nunca lo dices. Así que esperaré sentada, y jugaré a esperarte, porque algún día serás la recompensa, y sentado, desde esta misma silla, esperaras lo que te espero hoy.

jueves, marzo 23, 2006

CAMILA

En medio del silencio surgió su voz por primera vez. Había nacido de la nada, por una obra y una gracia de la magia. Sintió como el frío de la soledad la necesitaba más que nunca, menos que siempre. El olor a muerte la había traído. El aroma de la poesía se la había inventado. Tal vez fue una simple casualidad. Quizá sólo era el destino haciendo de las suyas. En medio de todo, nació ella, en una fiesta dionisiaca cerca del alma. Sin poder evitarlo, se vistió con un nombre. Para el primero Camila, para el segundo, Avril, como el mes, pero con la pequeña. Luego dijo que sólo viviría por horas, por días o acaso por segundos. Su principal don es ir a la muerte de vez en cuando y regresar cada que ella la necesite. En medio del silencio, su voz. Era la primera vez de Camila. La última de Mónica.

viernes, marzo 10, 2006

ÁLBUM FOTOGRÁFICO

Iba a dibujar su sonrisa en aquella hoja amarilla. Iba a usar un lapicero de tinta indeleble. Iba a trazar unas cuantas obsesiones. Iba a escribir la forma para olvidar su piel, rozando mi piel. Incluyendo los pelos de gallina. Iba a decir que hubo algo, algún día. Eso iba hacer. En ese momento. Justo antes de apagar la luz. No obstante, la luz se apagó antes de tiempo. Fue algo efímero, tan corto como una estrella fugaz, tan lindo como el mar de los colores. Fueron pocos días. Los otros sólo fueron invento. Ya no importa. Voy a dibujar los recuerdos. No hay necesidad de olvidar. Los días son porque son. Ahora no hay más que el pasado, y hay que dejarlo ahí, en el álbum de fotografías de la memoria.

DE PIEDRA

De esta semana, a la anterior, siento que me cambiaron el corazón. Las cosas se paran frente a mí, las miro, no digo nada. Las vuelvo a mirar, no siento nada. Van pasando, como si no llevaran ninguna carga. No importa si hay que sonreír. Tiene poco valor si hay que llorar. Pasan. Las miro. Actúo. Nada más. Es como si el hecho de sentir se hubiese ido de mi vida. Siento que no hay corazón. Es sólo una piedra, en medio del alma.

jueves, marzo 09, 2006

LLUEVE

Detrás de la ventana, la lluvia cae, sigilosa, sin afán. Yo la miro, casi suplicándole que se detenga, que tengo que salir. Desde la mañana se ha apoderado de la ventana, o del mundo, no sé. Hace frío. En esta ciudad es difícil que haga frío. Tiene que llover. Ojala las cobijas estuvieran aún calientes. Ojala fuera sábado y no miércoles, pero es miércoles. La lluvia no para, la intento mirar con desdén. No puedo. La necesito. Ella me mira con desdén. Si puede. No me necesita. Estará parada en mi ventana. cae, sigilosa. No tiene afán.

martes, marzo 07, 2006

ZAPATOS

Había prestado mis palabras, a un viejo zapatero. Anhelaba unos zapatos nuevos, color rojo, con los que pudiera desafiar ciertos dragones que se habían apoderado de la cueva, allá en la cabeza. Unos zapatos con los que pudiera correr tan rápido, casi como la gacela, y volar tan alto, casi como un pájaro, haber si las palabras se renovaban algún día. Al zapatero, ya viejo, se le olvidaron mis zapatos rojos, y en cambio hizo unos zapatos azules. Siempre el azul, le dije, yo quería que fueran rojos, le repetí. Entonces hizo una cara, vaya cara, y guardó silencio. Oí, a lo lejos, que los zapatos eran azules porque yo había prestado las palabras, y había perdido el nombre del hombre, al que se las había entregado. Por eso necesitaba los zapatos, y que fueran azules, para que me acordara de lo que había sido, los pintara de rojo, amarrara los dragones, corriera como la gacela y volara como el pájaro. Debía sobrevivir en medio del desierto y volver algún día. Heme aquí, con los zapatos azules y un tarro de pintura color rojo. El zapatero ya murió. Ya han de regresar las palabras.