viernes, septiembre 30, 2005

INVENTARIO PARA MI MUERTE

Algún día, como todos, voy a morir. Después que muera, me va importar poco lo que suceda en este pedazo de mundo. Por eso, desde hoy, a los diez y nueve, dejo mi inventario, para que no se preocupen que tienen que hacer con mis bienes, y no tengan que fisgonear en los bolsos, ni debajo de las camisas. Tampoco piensen en quién se queda con esto o lo otro, a quién le queda el dinero, las gafas o el televisor. Este es mi inventario, para que después que muera, se ocupen, sobretodo, de escudriñar en la memoria.

CAMA 1, DE ALGUNA TÍA
COLCHÓN 1, DE MAMÁ
ALMOHADA 1, DE ALGUNA TÍA
COBIJA 1 DE MAMÁ

TELEVISOR 1, DE MAMÁ
DVD 1, DE CONCURSO
VHS 1, ARREBATO A MAMÁ

COMPUTADOR 1, DE MAMÁ

SUEÑOS 2, DE LA IMAGINACIÓN
SOBRINOS 2, DE PALABRA
SABERES … NO CONFIRMADOS
LOCURAS … UNAS CUANTAS
POEMAS 20, PRODUCTO DE LAS LOCURAS

ANIMALES 6, DE CERÁMICA
PELUCHES 1, DE MI EDAD
FOTOS 2, DE ELLOS

VASOS 3, DE PUNTOS
VENTILADOR 1, DE ALGUNA TÍA

LIBROS 20, DE ALGÚN REGALO
PRESTADOS 1, DE DAVID

CELULAR 2, DE ALGÚN CAMBALACHE
CARTAS 25, DE LA MAMÁ

MUERTOS 2, ABUELOS
MAMÁ 1, UNA
PAPÁ 1, MUERTO


TOTAL 0. NADA MÍO

domingo, septiembre 25, 2005

DE CUMPLEAÑOS

Estoy cumpliendo años. Diecinueve para ser más precisos. Veinte para adelantar el del próximo año. Sí, adelantarlo. No quiero que tengan que poner el celular a recordar mi fecha. Luego te llama mucha gente. Es de las pocas veces que a mi celular le toca trabajar tanto. Escuchas un hola –extraño hola – al otro lado del teléfono. Después un ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!, que cumplas muchos más. ¿Más? ¿Para qué más? Salen arrugas. La piel sólo es cuero colgante. Los hijos se van. No queda más que el bastón. Sin embargo, quieren más. Por qué no desean cosas más interesantes. Que puedas comer más chocolates. Qué puedas escribir. Un helado. Un poco más de sueño para estas noches que cada vez son más largas. ¡No! Que cumplas muchos más. ¿Más? De ahora en adelante, cumplo años cada dos y para que no crean que me robo la edad, me suman los dos de una vez. Así se ahorran los minutos, que están caros, las palabras, que son escasas, y las hipocresías. Y si quieren, para mayor comodidad, cada cinco años, como a los de las tumbas, me celebran el aniversario.

domingo, septiembre 18, 2005

LA SOMBRA

Foto tomada por Robert Capa en la Guerra Civil Espa�ola


Estaba cerca. Venía con una bala que había disparado el soldado enemigo. Se acercaba. Era rápida, muy rápida. Sin embargo, en esos momentos, el tiempo parece ir en contra, y empieza a caminar tan lento como le es posible. La miraba. Podía verla, pero los pies se habían adherido al piso de tal forma que no podía moverse. Era inevitable. Era el día. Era su día. Sentía cada milímetro que recorría. Era su bala. La suya. Hasta cierto cariño le había cogido. Era la bala que le habían asignado, para que ella viniera. Para irse de viaje. Para dejarlo todo. Para no volver a esa familia que lo esperaba muy lejos de la guerra. A esos amigos que con cerveza en mano celebraban la valentía de su amigo. A ese hombre que un día tuvo una vida. Era su bala. La que le habían asignado. Venía cerca. Luego atravesó su cabeza y era tan fuerte, que lo empujo hacia el suelo, sin ningún reparo. Se fue desvaneciendo, lenta, muy lentamente –más que el tiempo –. Soltó el arma. Sabía que había llegado. La bala había entrado y ella, venía ahí. Incrustada en el plomo de esa, que era la suya. Estaba cerca. La muerte estaba cerca. Venía con una bala que había disparado el soldado enemigo. Había llegado. Lo que no se dio cuenta, es que también su sombra, estaba a punto de morir.

viernes, septiembre 16, 2005

LA HORMIGA

Lento. Seguro. Camina. La hormiga. Despacio. Sigilosa. Camina. La hormiga. La miga de pan. Seguro. Un poco más rápido. La huele con su nariz. Gira. Se percata que este sola. La pone en su lomo. Camina. Despacio. Es pesada. Camina. La hormiga. Con cuidado. Lento. No tan seguro. Muy lento. La lleva consigo. La miga de pan. Un paso. Otro paso. Una mano. La destripa. Lento. Era seguro. Caminaba. La hormiga. Tras la miga de pan. La hormiga.

domingo, septiembre 04, 2005

LA PRIMERA DE NINGUNA

Estaba él. También estaba yo. Nadie más. No había ninguna luz encendida. Ni siquiera la esperanza, aparecía remota. Dijo que venía a despedirse. Era la última noche. La primera de ninguna. Dijo que no podría venir más. Había que mirarlo por última vez. Por primera vez. Dijo que me quería. Mucho que me quería, pero que no podía volver. Era esta noche y no otra. Dijo que no podía llevarme consigo. Todavía te queda tiempo en este mundo. Dijo que no le gustaba que llorara tanto. No entiende que es difícil no tenerlo. Dijo que lo dejará. Yo me aferré a su pierna. Las lágrimas, vinieron, porque es costumbre llorarle a los muertos. Dijo que le siguiera hablando. Algo haría para que mis palabras le llegaran. Dijo que aprendiera a hablar con el silencio. Sus palabras viajan en ese bus. Dijo que lo soltara. Algún día yo iría con él, pero no era ahora, ni mañana. Algún día. Dijo que era hora. Soltó mis manos de su pierna. Me dio un beso. Dijo adiós. Sus ojos estaban tristes. Tampoco se quería ir. Dijo que los muertos, jamás vuelven a la tierra. Luego, se fue. Estaba yo. También estaba yo. Ahí, sentada, mientras el eco de sus palabras se desvanecía. Mientras mis manos se acostumbraban al vacío. Estaba yo, ahí, sin saber que hacer. Dijo lo que todos habían dicho. Eso que nunca quise creerles. Estaba yo. También estaba yo.

sábado, septiembre 03, 2005

DE BUENOS Y MALOS

Buenos. Todos. Malos. Todos. No todos son tan buenos como dicen, ni todos son tan malos como creen. Los humanos son una mezcla de buenos y malos. A veces sE es bueno, pero no necesariamente ser bueno, excluye ser malo. A veces se es malo, pero no necesariamente ser malo, excluye ser bueno. Pasa que uno es uno de los dos la mayoría de las veces. Lo que no pasa es que el corazón de los buenos esté siempre y el de los malos, nunca esté. No implica entonces que todos tengan que ir a la cárcel o que nadie pueda salir de ella. De ahí que algunos que decían ser buenos terminen matando a alguien por un cigarrillo y algunos malos, terminen salvando la séptima vida del gato. Es más, bueno y malo son de esos conceptos a los que las palabras les huyen. Para algunos ser bueno es ser malo, para otros ser malo es ser bueno. Eso depende de donde se mire. Mejor no usar estos calificativos. Buenos. Todos. Malos. Todos. Así de simple. Que se maten los que quieran. Que salven gatos los que puedan. Que no hagan nada los que le de la gana. Que se ganen el premio Nóbel de la paz los que les guste. Mejor dicho, los seres humanos son. Nada más.

viernes, septiembre 02, 2005

ENTIERRO

En los entierros, uno llora por costumbre. No se llora porque duela, porque alguien se murió. Se llora por costumbre. Las lágrimas son contagiosas. A alguien el vacío del otro le hizo daño y sus lágrimas empiezan a brotar. Los otros lo ven y se contagian y empiezan a llorar, como si la muerte fuese algo vergonzoso o malo o miedoso. Todos lloran. Desde el hospital hasta la morgue. De la morgue hasta la sala de velación. En la velación también se llora por costumbre. No es más que un lugar para cuantificar las lágrimas y chismosearle al otro sobre el muerto o sobre cualquier cosa que se venga a la cabeza. ‘Mira aquel como está de triste’. ‘Eh ave maría, como que el alma le está pesando, ¡tan malo que fue con la mamá!’. ‘¡Tan irrespetuoso, mírale la pinta!’. ‘Pobrecito, como llora de harto ¿¡ah!?’ ‘¡Pero quedó muy bonita!’. ‘Es que ya estaba muy vieja!’… Al final, entre chisme y lágrima, los unos hablan, algunos rezan y otros tantos lloran. Y el muerto sigue ahí, sin darse cuenta o quién sabe, pero condenado al silencio al fin y al cabo. En la misa, todos lloran. La familia, los amigos, los chismosos, las lloronas. Todos lloran. Algunos disfrazan el ‘dolor’ con unas gafas oscuras, como si el ‘dolor’ fuese un camaleón que pudiese disfrazarse. Uno, en los entierros llora por costumbre. No por convicción. El problema, es que no se ha aprendido a leer el silencio de la muerte. Por eso “duele”. Por eso las lágrimas. Cuando alguien se muere, uno llora por costumbre. Sólo, por costumbre.