viernes, marzo 31, 2006

NOMBRE

Escribo este nombre y es sólo una palabra vacía, sin alas, sin nadie. A veces sólo somos nombre, sin hombre, sin nada. Puedo escribirlo, muchas veces, quizá miles de veces, pero sigue siendo nombre, sin hombre. Las letras siguen allí, como esperando que las mire, que les diga que ella si existe, pero ella no existe. Es nadie, es sólo hombre, es nombre. Es ella. Escribo este nombre, y es sólo un palabra vacía, sin alas. Un hombre, sin nombre, sin nada.

ESPERAS DE ESPERAS

Hay esperas difíciles de esperar. Están por ejemplo, las esperas en las que tienes calor, y andas con saco, sin camisa por debajo, las ventanas están cerradas y no hay ventilador. Están las esperas desesperantes. Cuando te quieres ir y no puedes y el calor se te sube a la cabeza. También existen las esperas esperanzadoras, cuando esperas a alguien, y viene en camino, y trae algo interesante. Pueden darse esperas amenas, porque el que está a tu lado, te pareció lindo y te empieza a conversar, como si le hubieses parecido linda. Hay, al contrario, esperas fastidiosas. El del lado izquierdo es un viejo con mal aliento, que escupe cuando habla, huele maluco y te conversa. Esperas, cuando esperas algo que alguien tiene, que así mismo espera, porque otro lo tiene, y ese otro está en la esquina, pensando en si la tierra es redonda, y vos miras al que espera, y ese mira al de las palomas, y es una tortuga a miles de kilómetros, y tienes afán, y el otro tiene afán, y a ese, no lo importa. Por último, habrá más esperas, más de lo que esperas, como está, en la que escribo mientras llegas. El problema es que no llegas, y no se cuando llegarás, porque nunca lo dices. Así que esperaré sentada, y jugaré a esperarte, porque algún día serás la recompensa, y sentado, desde esta misma silla, esperaras lo que te espero hoy.

jueves, marzo 23, 2006

CAMILA

En medio del silencio surgió su voz por primera vez. Había nacido de la nada, por una obra y una gracia de la magia. Sintió como el frío de la soledad la necesitaba más que nunca, menos que siempre. El olor a muerte la había traído. El aroma de la poesía se la había inventado. Tal vez fue una simple casualidad. Quizá sólo era el destino haciendo de las suyas. En medio de todo, nació ella, en una fiesta dionisiaca cerca del alma. Sin poder evitarlo, se vistió con un nombre. Para el primero Camila, para el segundo, Avril, como el mes, pero con la pequeña. Luego dijo que sólo viviría por horas, por días o acaso por segundos. Su principal don es ir a la muerte de vez en cuando y regresar cada que ella la necesite. En medio del silencio, su voz. Era la primera vez de Camila. La última de Mónica.

viernes, marzo 10, 2006

ÁLBUM FOTOGRÁFICO

Iba a dibujar su sonrisa en aquella hoja amarilla. Iba a usar un lapicero de tinta indeleble. Iba a trazar unas cuantas obsesiones. Iba a escribir la forma para olvidar su piel, rozando mi piel. Incluyendo los pelos de gallina. Iba a decir que hubo algo, algún día. Eso iba hacer. En ese momento. Justo antes de apagar la luz. No obstante, la luz se apagó antes de tiempo. Fue algo efímero, tan corto como una estrella fugaz, tan lindo como el mar de los colores. Fueron pocos días. Los otros sólo fueron invento. Ya no importa. Voy a dibujar los recuerdos. No hay necesidad de olvidar. Los días son porque son. Ahora no hay más que el pasado, y hay que dejarlo ahí, en el álbum de fotografías de la memoria.

DE PIEDRA

De esta semana, a la anterior, siento que me cambiaron el corazón. Las cosas se paran frente a mí, las miro, no digo nada. Las vuelvo a mirar, no siento nada. Van pasando, como si no llevaran ninguna carga. No importa si hay que sonreír. Tiene poco valor si hay que llorar. Pasan. Las miro. Actúo. Nada más. Es como si el hecho de sentir se hubiese ido de mi vida. Siento que no hay corazón. Es sólo una piedra, en medio del alma.

jueves, marzo 09, 2006

LLUEVE

Detrás de la ventana, la lluvia cae, sigilosa, sin afán. Yo la miro, casi suplicándole que se detenga, que tengo que salir. Desde la mañana se ha apoderado de la ventana, o del mundo, no sé. Hace frío. En esta ciudad es difícil que haga frío. Tiene que llover. Ojala las cobijas estuvieran aún calientes. Ojala fuera sábado y no miércoles, pero es miércoles. La lluvia no para, la intento mirar con desdén. No puedo. La necesito. Ella me mira con desdén. Si puede. No me necesita. Estará parada en mi ventana. cae, sigilosa. No tiene afán.

martes, marzo 07, 2006

ZAPATOS

Había prestado mis palabras, a un viejo zapatero. Anhelaba unos zapatos nuevos, color rojo, con los que pudiera desafiar ciertos dragones que se habían apoderado de la cueva, allá en la cabeza. Unos zapatos con los que pudiera correr tan rápido, casi como la gacela, y volar tan alto, casi como un pájaro, haber si las palabras se renovaban algún día. Al zapatero, ya viejo, se le olvidaron mis zapatos rojos, y en cambio hizo unos zapatos azules. Siempre el azul, le dije, yo quería que fueran rojos, le repetí. Entonces hizo una cara, vaya cara, y guardó silencio. Oí, a lo lejos, que los zapatos eran azules porque yo había prestado las palabras, y había perdido el nombre del hombre, al que se las había entregado. Por eso necesitaba los zapatos, y que fueran azules, para que me acordara de lo que había sido, los pintara de rojo, amarrara los dragones, corriera como la gacela y volara como el pájaro. Debía sobrevivir en medio del desierto y volver algún día. Heme aquí, con los zapatos azules y un tarro de pintura color rojo. El zapatero ya murió. Ya han de regresar las palabras.