miércoles, febrero 20, 2008

20

Sí, si quieres, podría ser 20. Veinte es un número relativo, puede ser. Hoy, puede ser 20 de febrero, si quieres, o sólo 20, de algo. Los nombres son relativos. Los inventó un desocupado.

Puede ser veinte, si lo necesitas. Tú puedes hacer lo que quieras, lo que te de la gana, incluso, una estructura de papel que no flota en el agua.

miércoles, febrero 13, 2008

MUERTE DE LA ÚLTIMA MARIPOSA

Chiquito:

Dos días triste. Eso es mucho tiempo. Las cosas marchan bien, salvo que estoy cansada. Entenderás que la vida no está fácil y que el tiempo corre a velocidades increíbles. Eso era lo bueno de ser pequeña, que el tiempo corría suavemente y que podías dormir, incluso, 12 horas seguidas. Ésta carta es triste, es la segunda y es la última. Hoy la maté y podrías, si quieres, y sería feliz si quisieras, condenarme a pena de muerte porque estripé cruelmente, y dolorosamente, la última mariposa de mi estómago. Debería, mejor, condenarte a pena de muerte porque por tí, estripé cruelmente, y dolorosamente, la última mariposa de mi estómago.

Esa es la tristeza y la acabó de descubrir. La indiferencia hace daño y tu indiferencia, sobre todo, me hace dañísimo. No creas, no es fácil eso de apretar el gatillo cuando no quieres. La muerte nunca será fácil, e incluso, mientras dura el velorio, que durará varios días, muchísimos días, seguirá doliendo. Entonces no significa que siga la tristeza. Significa saberte olvido, a secas, y eso duele, a secas también.

Yo hubiera querido las cosas distintas. Sí. Un poco más a mi favor. Está bien. Tú ganas, mejor, pierdes, diría yo. Yo pierdo, también, porque una cosa es hablar mucho, como suelo hablar, y otra muy distinta, quedarme en silencio porque frente a tí, las palabras importantes se esconden. Valiente gracia eso del amor si no eres capaz de hablar cuando tienes que hablar. Ahora no sé si el silencio pudo decirte algo, y si te lo dijo y te hiciste el bobazo, o si no te lo dijo y no te has hecho nada, y no te has dado cuenta, que sería más cruel.

Ahora, qué decirte, que si quieres, puedes acompañarme al velorio. No tienes que venir de negro, el dolor no es tan difícil, es más dura la soledad, pero sobre todo, ese montón de historias inventadas que tiene mi cabeza sobre tí. La memoria, por desgracia, no tiene suprimir. Puedes venir y hacerte al ladito.

Chiquito bonito, es triste, lo sé. Estoy cansada de esto y de mucho más, y de que sea un círculo vicioso lo de mi corazón. Ya lo he regañado, si es que intentas decirlo, pero no entiende. Parece sordo, como la dueña, cuando no le conviene. Pese a todo, esta tristeza de los últimos dos días, que tiene tu nombre al principio de la lista, ha de tener un extrañísimo punto y final.

_Tengo ganas de llorar, pero no por tí, más que causa, puedes ser efecto.

Me enfurece mi cobardía, pero sobretodo, que no hayas mirado. Yo quería un cuento hiperromántico, porque estúpidamente, soy romántica por naturaleza, aunque no se me note. Entíendase por romántico dos palabras y una piedra que cojes en el camino hacia mi casa. No era tu estilo y es todo. Mato la última mariposa, miro para otro lado, y es todo. Es nada, al fin y al cabo.

Déjame decirte que te regalo todos mis cuentos acerca de tí. Puede que en los próximos días haya rezagos. Las cenizas se demoran. El estómago no tiene viento que se las lleve. No suficiente. Así que he de decirte, que hoy se fue la última mariposa, que hoy te fuiste, eso espero -el corazón puede ser paciente y llevado de su parecer-, pero que te quede claro, que fuiste tú y no yo, y que mis mariposas son como el ave fénix.

Otro abrazo que te cobije y un beso que te olvide,

C.F

jueves, febrero 07, 2008

QUÉ LOS PÁRRAFOS SON CORTOS, MÓNICA

Todos me repiten lo mismo. Mónica, por qué no escribes párrafos más cortos. Mónica, tenés párrafos muy largos. Mónica, qué es eso, tan largo. Y ellos no entienden que no es que yo quiera hacer párrafos largos, sino que ellos quieren ser largos. Yo no escribo, realmente, eso se va escribiendo en una especie de complicidad entre mis manos y mi mente, y resulta que no soy capaz de parar, hasta cuando a alguno de los dos le da por parar, es decir, para ellos puede ser muy fácil poner su dedo en el enter, para mí, es dificilísimo, porque yo hago eso, sólo cuando siento un chuzón pequeñito que dice, ya, parte ya. Y ellos no lo entienden, no. Y yo si les entiendo, pero es que no quiero hacerlo, mejor, el corazón y la mente y la cabeza y las manos sienten un cosquilleo extraño, y les duele, extrañamente, les duele. Sí, yo quisiera complacérles, pero no soy yo la que mando. No. Además, no soy la primera, ni seré la última, en escribir un párrafo del tamaño de la luna.

Digamos que la presión me duele y me hiere, o hiere el ego, porque pese a que quiero seguir en la línea, defendiendo esos parrafísimos, la presión es cada vez mayor. Mónica, qué usted escribe para alguien. No. En realidad, yo escribo por escribir, por una necesidad, absurda, a veces, pero que me obliga hacerlo. Si no escribo, les aseguro que podría sufrir un colapso de alguna cosa. Morirme un poco, también. En este momento, por ejemplo, debería estar estudiando, y no escribiendo, aún cuando sé que son las cinco y media, y no he hecho nada, y que hay miles de cosas por hacer, y que el tiempo se me va a acabar. Qué importa, realmente, yo necesito mis manos sobre el teclado, mi mente sobre estas palabras, que no son las mejores palabras, por demás. Así que si escribo por necesidad, debo decir que los párrafos son largos también por necesidad, y que he de seguir con párrafos gigantes, si es necesario, y he dicho. No es tan fácil, Mónica. Sí lo sé, porque pese a que escribas por escribir, ellos también son importantes, y lo sabes. Así que tendrás que conciliar. Es simple.

Si un párrafo es bellísimo, seguramente el lector terminará hasta el último punto. Si tu párrafo es así, Mónica, entonces hazlo así. Si tu párrafo es feísimo, entonces quita todas esas vueltas y todos esos líos en los que a veces te metes, y encontrarás que ya estará corto. Paradójicamente, haces párrafos larguísimos, y luego, al siguiente, uno chiquitísimo. Entiendo, la belleza es algo indefinible y poco medible, pero cuando digo bello, no es más que decir que es entretenido, que no le sobra una palabra, ni falta otra. Sin embargo, Moniquilla, eso sólo será cuando escribas por escribir, sin las coartaciones propias de los otros. Sé que estás con muchas chispas en este momento, por tener que conciliar, y que estás pensando que ellos tienen una mente cerrada. Ja!, pelear por un párrafo!. Bien, por algo será, convenciones, es todo. Yo sé que te duelen, Mónica, pero continúa. Cuando escribas para otros, es decir, cuando tengas un jefe, y más si odia los párrafotes, entonces tendrás que escribirlos cortos. Puedes, por ejemplo, escribir el párrafo de casi la hoja completa, y luego, cuando acabes, lo lees, lo cortas, aunque te duela, y ya está. Sí, ya sé, en los periódicos un párrafo que dure todo el artículo se verá feo. Por eso, en el periódico, yo haré párrafos cortos. Y en todo aquello, por demás, que los otros quieran, que no dependa de mí. Cuando seas libre, Mónica, harás lo que te da la gana. Sabes, al fin y al cabo, que los grandes hacen lo que les da la gana. Sé grande entonces, y podrás hacerlo.

Sí, el párrafo anterior estuvo gigantesco, pero es mi blog, y no hay objeción.

Digamos que no voy a firmar este acuerdo, porque me duele, pero digamos, además, que he de hacer mi máximo esfuerzo para que los otros sean felices, aunque para ello, la infeliz sea yo.

MÓNICA -Y Camila.

Pd: Los cambios de persona son a propósito. Si no funcionan, es mi blog, y es todo, y lo cambiaré, cuando entonces a Camila se le dé la gana.

miércoles, febrero 06, 2008

ENTREVISTA A CAMILA AVRIL

-Hace dos años.

Por Mónica Quintero

Somos una maraña de mundos y de voces interiores que a veces tienen nombre. Camila, tantas veces perturbándome la vida, tantas veces sacándome de la penuria. Tantas veces quitándome del medio, para aprovecharse de mi cuerpo y de mi cabeza. Tantas veces amándote. Tantas veces deseando que te marches para siempre. Cuánto te necesito, eso sólo lo sabremos las dos.


Mónica: ¿Agua o chocolate?
Camila: Eso depende. Agua para volver a pensar y chocolate para el frío.

M: Entonces agua.
C: Mejor chocolate.

M: ¿Cómo nació Camila?
C: Camila no ha nacido. Aparezco de vez en cuando, escribo unas cuantas palabras y voy a la muerte a dormir un poco.

M: ¿A la muerte?
C: Si. Ese es un secreto y un misterio, pero para cada momento, cada sentido. La muerte es muy importante para mí. Para usted también. Es algo que nos marca –y me marcó – para siempre. Él murió, mejor, lo mataron. Cortaron su vida y clavaron un cuchillo en mi corazón que me marcó para siempre. No veo la muerte como algo malo o triste. La muerte es muy bonita. Cuando la escribo me conecto con él. Cuando la vivo es sólo un misterio, pero ahí está su belleza. Eso lo entiendes más vos, Mónica, que cualquier otro.

M: ¿Quién es él?
C: Un fantasma que te atormenta y que amas con todo el corazón. Nunca me habla, ni contesta mis preguntas. Me mira simplemente. Creo que a veces me inspira. Hay momentos que le reprocho que se haya dejado ir. Lo invento todas las noches y su recuerdo es producto de los que lo vivieron. Yo lo conocí siendo un muerto, pero como un día le dije, papá eras, papá moriste y papá seguirás siendo. Insisto, eso lo entiendes más vos, Mónica, porque tú lo inventaste. Yo sólo te sigo y te copio y hago las veces de ti.

M: ¿No crees que si ya murió, hay que dejarlo ir?
C: Eso me lo han dicho muchas veces. A veces creo que sí, porque su presencia te atormenta. Confieso que algunas de mis lágrimas, y sobre todo de las tuyas, vienen con su nombre. Sin embargo, él es un pedazo de vida por el que vives, con el que vivo. Lo necesitas simplemente, aunque sea efímero y aunque a veces te duela. ¿Acaso la felicidad está sólo en los vivos? No lo creo. Él es tu invento y para lástima suya, tu recuerdo. Su olor desconocido, su mirada extraña y su voz son como el pan de cada día de una mujer que lo inventa cada noche, con la esperanza de que en la mañana siguiente vuelva a dejar de existir. Es tu invento, Mónica, yo sólo lo escribo.

M: ¿Te duele, todavía?
C: Ya no. No te duele, en realidad. Lo enterraste no hace mucho, pero ya lo miras bonito, por lo menos, ya le hablas a un muerto, y pese a que lo sigues inventando, porque Eduardo es sobre todo un personaje de tus escritos, ya le puedes dar besos.

M: ¿Qué es la poesía?
C: Una salida. Un poco de locura.

M: ¿Locura?
C: Si el mundo estuviera gobernado por locos poetas que mueren casi diario, entonces las guerras serían de letras y la sangre correría sólo en algunas calles inventadas. La locura es mirar el mundo, olerlo y sentarse a esperarlo.

M: ¿Qué aspira Camila Avril?
C: Nada. Mi única razón se llama Mónica. Quiero sacarla de ese mundo en el que a veces se mete y se muere, pero no es como mi muerte. Es una muerte dañina, que la ciega. Entonces aparezco y le doy vida. Mejor dicho, yo soy la luz en medio de la noche.

M: ¿El amor?
C: Lo conozco por ella. Está en su mirada y la palabra perfecta a la hora indicada. Lo he escuchado por algunos cuantos amigos. Lo he mirado por mis ojos. Lo he sentido por su muerte. Todavía lo espero. El amor es una película sin principio, ni final. Desconocido. Misterioso. Sin definición. A veces doloroso. Se tiene y punto. De todas formas, el día que se diga que es, se muere. El amor. No hay que dejársela montar.

M: ¿Quién es ella?
C: Todo y nada a la vez. Un préstamo de la vida. Los zapatos. La mirada. La sonrisa. Cualquier cosa. Sin definición. Es ella y él a la vez. El cordón umbilical a la vida. La culpable de su vida y de su muerte –la de Mónica. Todo y nada a la vez, simplemente.

M: ¿Quién es Mónica?
C: Ella y yo a la vez. Mónica quiere ser escritora. Yo quiero ser poeta. La diferencia está en que ella mira la vida y se enreda. Yo miro la muerte y soy feliz. Conmigo ella tiene vida y yo tengo vida por ella. Las mismas, diferentes y al fin y al cabo.

M:¿Qué te duele?
C: Q mi mamá y que mis amigos me lean poco.
-…. (continuará)

domingo, febrero 03, 2008

¿POR QUÉ NO VOY A MISA?

- A Crazy -

Todavía creo en Dios, es inevitable, y más de lo que crees. Sólo que es una concepción distinta, que todavía no acabo de teorizar. Sí, Dios no es teorizable, pero algo haré. Pasa que descubrí que para creer en Dios no necesito ir a misa, mejor, declararme católica para entonces entrar al reino de los cielos. ¿Reino de los cielos? ¿Y que vaina es esa? Digamos que Dios es una fuerza en la que necesito creer, a quién en las noches le pido que me cuide, que me ayude a organizar esta cabeza desorientada que tengo, pero sobre todo, y aunque no lo creas, un gracias por el día que pasa, o como dice el curita del Minuto de Dios, 'por el día que pasa y por la noche que viene'.

En vano no es el dicho, la religión es el opio del pueblo. Alguna vez leí, hace mucho, que la religión era un aliciente o una excusa para sobrevivir. Entonces había que crearse un dios, para creer en algo que les diera esperanza. No hay comida. Dice la religión, que los últimos serán los primeros, y que los pobres tendrán en el más allá su pago por los dolores sufridos. Y entonces es un aliciente para creer que todo será mejor, que lo que viene será mejor. Yo creo en Dios, y es todo, a secas. No creo en la Iglesia, porque pienso, sobre todo, que como muchas cosas, sigue siendo negocio. Nunca he podido encontrar la respuesta a eso de la riqueza de la Iglesia Católica, por ejemplo. Hay cuadros en el vaticano que les podrían dar de comer a tantos niños del África. No conozco el vaticano, es cierto, pero dicen que es hermosísimo, lujosísimo... En fin. ¿Dónde quedan los votos de humildad?, o ¿cómo se llaman? No quiero buscar, pero esos votos de pobreza, creo que así es. En fin.

Los padres también son humanos como para pensar que debo creerles todo, o contarles, por ejemplo, mis errores. Si algo tiene que perdonarme Dios, pues ya ha de saberlo, sin necesidad de contarlo. Y me parece, por ejemplo, que todavía tienen cosas retrógradas. ¿Cómo pensar que es preferible un embarazo en una niña de 14 años a utilizar métodos anticonceptivos? La vida de hoy demuestra que pocos esperan al matrimonio para tener sexo. Una más. ¿Qué los padres no se pueden casar? Y acaso no son hombres. ¿Y por qué no puede haber mujeres padres? Por el machismo. En fin.

La cosa es que la iglesia y yo diferimos en muchas cosas, y por tanto, uno no debe ser hipócrita yendo a misa, si no lo creo. Así, que pese a que fui muy rezandera, un día me levanté y dije que no volvería, que ir a misa era repetir unas palabras que sabía de memoria, y que olvidaba tan pronto salía, y escucharme un sermón que me regaña una y varias veces por cosas que no he hecho. Prefiero hablar por las noches, con Dios, con ese Dios, y será más productivo. Y así lo hice, y así lo sigo pensando. Ello no significa que algunos padres no sean de mi afecto. Algunos, me parecen, por ejemplo, unos sabios, unos estudiosos, y unas excelentes personas.

Sin embargo, sabes una cosa. Me alegra que defiendas tu posición, porque son tus creencias. Los musulmanes, seguramente, también tendrán su cielo, y no irán al infierno cristiano, por no ser cristianos, por ejemplo. Me alegra que me recuerdes un poco de eso que un día fui. A mi me dolía no ir a misa, porque lo creía en realidad, porque me gustaba, porque era un deber, no con nadie, sino conmigo, solamente. Me alegra, sobre todo, que pese a tu falta de argumentos para defenderte -tu y yo sabemos de donde sale la frase -, creas como crees y defiendas esa fe y esos sentimientos y todo eso que implica querer ir a misa. Digamos que es algo tan simple, como que yo ame la poesía. Espero que nunca te dejes convencer de Mónica. Son tus creencias, y son maravillosas, por demás.

Sólo espero que reces por mi, por si las moscas.