lunes, diciembre 10, 2007

AIRE CON SABOR A VAINILLA

Respiro y hay un aire nuevo, soportable, distinto. Huele a vainilla, y la vainilla me huele a todo lo que puede ser y es posible.

HIJOS

Los hijos son a mi, lo que el aceite es al agua, o el agua al aceite, como sea. Sí, ya sé que no tengo hijos y que decirlo puede ser precipitado, pero yo he de explicar porque los hijos somos un karma, pese a todas las cosas buenas que tengamos.

Cuando alguien se vuelve padre, y me refiero al término sin género definido, pero sobre todo madre, pierde una parte de su vida, es decir, regala, yo diría más del 80 porciento, así sin investigaciones, a su hijo, y más, si el hijo es único y la madre, madre soltera. Es sencillo. Llega navidad, los recursos económicos son limitados, más no insuficientes. El hijo, o la hija, quieren un montón de regalos que se ajustan al presupuesto de los padres, pero que implican que los padres no tengan nada para ellos. Lo harán realmente y se quedarán con una blusa para estrenar el 31, mientras sus hijos tienen tres pares de zapatos, un computador y una super bicliceta. Serán felices, es cierto, y mucho más si les regalan un dibujito hecho en el colegio, con unas crayolas que no pintan, pero que tiene un padre, una madre y un niño chiquito cogiéndoles la mano. Tal vez sí, puede ser un buen regalo. En fin, los hijos diríamos un buen padre, pero en últimas no sé sí será así en realidad, o es sobre todo alcahuetería. Amor, dirían ellos.

Qué decir. Creo que todavía soy lo suficientemente egoísta para llegar a esos hechos, y lo digo por experiencia, porque mi pobre mi madre con esta hija...

Definitivamente eso de no tener hijos es una ventaja. Nadie te quita la comida, es decir, no tenés que compartir tu helado, ni regalar las tajadas, ni encontrarse con medio chicharrón mientras vas por las cucharas. No tenés que preocuparte por hacer almuerzo, por las vacunas, por tener que dividir tu plata con otros. No hay que pensar que no podés ir a rumbiar porque no hay quién cuide al bebe, ni hay quién te despierte en las mañanas porque tiene hambre, o porque tiene miedo, ni quién te molesté si un sábado por la mañana decidiste dormir toooodo el día, ni quién te moleste en el teléfono llorando porque no tiene amigos o peleo con su amiga de toda la vida, o su amigo de toda la vida, o su novio de hace varios meses. Ni hay quién te quite la cama y el control, y haya que plancharle la ropa, e incluso que cambiarle los pañales. En fin.

Tener un hijo es una cosa de ociosos, y seguramente tendrá sus ventajas, y seguramente mi madre es feliz regalándome su media vida, porque los padres viven por uno, duermen por uno y respiran por uno. Vaya mire si a un padre, especialmente una madre, no se le desborona la vida cuando se le muere un hijo. Sin embargo, todo a su debido tiempo, y hay algunos, incluso, que creo peligramos en esa tarea.

Admiro rotundamente a los padres por su capacidad de serlo. Ya sabrá la vida si quiere que yo algún día tenga uno, pero creo que el amor y toda esa capacidad de compartir tendrán que venir con él. Por ahora, los hijos son a mi vida, lo que Uribe es al Polo.

Ya les contaré!

domingo, diciembre 02, 2007

...

El aire tiene un olor distinto, a nadie. Esta vez el mundo importa un severendo repepino, y lo importante, no pasa nada. Podrían decir mil barbaridades, e igual, sigue sin importar. Es un día raro, pero crean, feliz.

Sólo quiero a alguien que me joda la vida, porque yo ya llene mi capacidad de molestia.

martes, noviembre 27, 2007

INVIDENTE

Estoy ciega. Mi mundo se ha cerrado lo suficiente, para estar siempre oscura. Todo lo que pasa es, así se ve, negativo. En los últimos meses, de cinco cosas, sólo una me hace sonreir y el resto están ahí y me causan enojo. Estoy segura que soy yo, que estoy ciega, que he convertido mi vida en una completa oscuridad, y eso es triste, porque las cosas no son como las veo.

Vuelvo al periodismo. Ellos, hermosos! Se ríen y se gozan cada cosa. Hacen tinto, en una hora, aclara ella, y se ríe, feliz. Él, que no descubrió el billete, se ríe y dice, 'dañaste la entrevista, niña' y suelta una carcajada gigante. Él, otro, dice que quiere leer, y coge el libro, y nos muestra como lee de bien, y luego dice, eyy pero ya es suficiente, y se ríe por minutos consecutivos. Entonces, mientras tanto, yo me siento estúpida y amargada. Yo, acostumbro a no ver nada, pese a que mis ojos están en perfecto estado. La tristeza, por estos días, no es juego, es realidad, y verlos a ellos, me pega durísimo, en exceso, diría yo. Sus ojos dejaron de funcionar hace tres, quince, o desde siempre, y han aprendido que la vida tiene que seguir, y que se puede reaprender hacer las cosas comunes y normales, como tender la cama, contar dinero, hacer tinto, y lo que más golpeo mi desagradecimiento, es saber que están felices, y que pese a su discapacidad, saben que la vida vale la pena. Yo no entiendo por qué entonces, yo, que físicamente estoy bien, que vivo, en términos normales, bien, me ahogo en tristezas estúpidas que a veces no valen la pena.

Ellos no ven, en realidad, pero creo que la verdadera ciega, soy yo.

lunes, noviembre 19, 2007

DECEPCIÓN

Él decepciona cada que no entiende todas las indirectas, aunque las indirectas sean realmente indirectas. Y da rabia, incluso, porque vuelve a jugar lo de siempre. Cuando uno se acostumbra a tener lo que quiere, no alcanzarlo decepciona, entristece, enrabiese. Lo que pasa es que hay cosas que no basta con quererarlas, ni lucharlas, porque dependen de otros, y no son controlables por sí mismas, y eso, duele, realmente. De ahí que la tenga decepcionada. Es todo.

....

Pese a todo lo demás y su influencia en la vida en general, hoy descubrí que la vida es, que decir, una maravilla, y eso que lo nombro así porque no encuentro una palabra más especial, más bonita. Pasó lo siguiente. Un bus llenísimo de gente. Gente parada a lado y lado de las sillas totalmente ocupadas. Había un hombre. Entró una viejita chiquita, si acaso un metro. Él, muy caballeroso, le ofrece su puesto. La señora le dice que no, que gracias, pese a que no alcanzaba la varilla, que estaba encartadísima y que si acaso podía sostenerse. El hombre queda estupefacto y sigue ahí, sentado. Lo raro es que la mujer hablaba y hablaba, sola, y miraba para atrás, para su espalda, es decir, para la silla del frente del joven generoso. Entonces de pronto desocupan la silla, se la brindan a ella, y ella, como si nada, acepta, y se sienta. Los pies no tocan el suelo. El hombre, el primero, la mira rarísimo, pensativo, estupefactísimo. Yo sonrío.

EL HOMBRE DE LOS BARQUITOS

Cada que encuentro, mejor, que me encuentra una hoja, la cojo, la hago cuadrada, la convierto en barco. Sin embargo, no han sido muchas las hojas que me he encontrado y creo que no he llegado a cien barcos en mis 21 años de vida. No, no creo, estoy segura. Pues bien, encontré a un hombre, el hombre de los barquitos. A él, las hojas no lo encuentran, él busca las hojas, él encuentra las hojas, él necesita las hojas. Cuadros de hojas, que convierte en barquitos grandes y pequeños, blancos o azules, negros o rojos, multicolores incluso, eso depende de la hoja, de las hojitas, de las muchas hojas. Éste hombre hace flotas de más de 100 barcos por día, y los deja por ahí, en cualquier parte, en cualquier charco, en cualquier mesa, a veces, dice, para hacer feliz a alguien. Y yo me siento estúpida, no por los barcos, sino porque había cierto privilegio, mejor, cierta alegría con el barquito hecho una que otra vez, una que otra hoja. Y los barquitos son bonitos, y lo mejor, que la historia es distinta cada día. Cada flota.

Ella se imaginó un montón de barquitos flotando en una taza de café regada en la mesa del comedor, en mi mesa de comedor, en cualquier mesa. Los pronombres son relativos, al fin y al cabo. En cambio, yo, no puedo dejar de pensar en un poema de Jairo Aníbal Niño, cada que el hombre de los barquitos le regala uno a la pelirroja, que no es pelirroja, es más, odia sentirse pelirroja, que le diga pelirroja. Lo que pasa es que no entiende que los colores también son relativos, y que a veces se puede ver del color que se quiera, e incluso ser daltónico por tiempos. Yo la veo pelirroja, es todo, porque me da la gana, porque me suena a cuento de hada de mujer de cabello crespo, que ondea con el viento, pero es rojo. Tiene que ser rojo. En fin. Yo me armo un cuento muy distinto. El hombre de los barquitos encaja perfecto en los brazos de la pelirroja, y así como el poema, los barquitos llevan un montón de mensajes ocultos. En mi historia, tengo la impresión que el final va hacer bonito, de perdices, para ser más sincera. Va el poema, aunque acabo de recordar que son dos.

UNO. TE REGALÉ UN CARACOL
Te regalé un caracol el día de tu cumpleaños.
Cuando izaste la bandera te obsequié otro de color perla.
Una tarde, cuando me di cuenta de que estabas triste,
te mandé con mi hermana un caracol de las islas.
Hace alugnos días, te dejé una pareja de caracoles de río,
en el interior de tu pupitre.
Ayer estuve en tu casa y te llevé un caracol transparente,
tan bello y extraño
que parecía hecho de aire endurecido.
Sin embargo, tu madre se enfureció conmigo
y gritó que jamás quería volver a vernos
-ni a mí ni a los caracoles qeu te regalo a cada rato -.
Ella no comprende
que yo,
simplemente,
estaba haciendo una escalera de caracol
para llegar a tí.

DOS. NO BUSQUES MÁS TU CUADERNO DE GEOGRAFÍA
No busques más tu cuaderno de geografía.
Yo lo saqué de tu morral.
No quisiste ir a matiné conmigo,
el domingo pasado.
Mis amigos me contaron
que estabas en compañía de Bermúdez,
el grandote que practica la lucha libre.
Me contaron que estabas muy linda,
y que te reías a cada rato.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Ahora que está lloviendo,
asómate a la ventana,
y verás pasar ochenta barquitos de papel.
No busques más tu cuaderno de geografía.
...

El hombre de los barquitos me hace pensar en un mar, y en ese mar, yo mando, y puedo ser feliz!!! Feliz es una palabra relativa, pero valga la convención.



................
Ando buscando un poco de tiempo que me explique algunas cuantas historias que van pasando, día tras día, amor por amor, invento tras invento. Sin embargo, el tiempo es relativo, y explica como quiere, cuando quiere, como le conviene explicar. A veces contradice y envuelve en un reloj que gira al revés, que confunde, que hiere, incluso. El tiempo es relativo y hace lo que le da la gana. (Camila)
           

domingo, noviembre 18, 2007

AMOR EN LOS TIEMPOS DE MÓNICA

Mónica, Mónica, ¿qué decirte en estos tiempos tan raros e incluso superfluos por los que pasa esa vida que has armado? Tienes la culpa de cada uno de los hechos que ahora te suceden, porque, ¿quién más? Sí, estarás diciendo que todo empieza con su muerte, pero su muerte ya pasó hace 19 años y unos meses, así que si bien te marcó para siempre, no significa que todo lo demás sea por su causa. Creo, que todo empieza y termina con esa locura, a veces innecesaria, de querer ver todo al revés, todo distinto, de extremar cada cosa, cada hecho, cada situación. Dime, entonces, ¿qué te falta para hacer feliz? Sí miras, y sos un poco más centrada y más aterrizada, has de encontrar que lo tienes todo, por lo menos lo necesario, para ser feliz. Y sí, me contradigo, feliz es indefinible, pero seguí, por esta única ocasión, la convención. Así que lo demás es ese amor por complicarte, por complicarlo, por complicarse. ¿Qué es un poco duro? Lo mereces, y más de lo que crees, Mónica, porque si la tristeza te pega, es porque te da la gana, si eres infeliz, es porque te da la gana. Así de simple.

¿Qué decirte, Mónica, en estos tiempos rarísimos? Qué a veces sos más adulta de lo que quieres y menos niña de lo que ansías ser. El mundo no es tan difícil, es más bonito de lo que crees. Te falta amor, y es todo, y sobre todo de Mónica para Mónica, porque tu mamá te quiere, tu muerto te quiere, tu familia te quiere, tus amigos te quieren. Sólo que es difícil que el mundo te quiera cuando a tí te falta más de lo que los otros pueden dar. El amor viene por añadidura, Mónica. Más que pensarlo, viene cuando es, porque es y como tiene que ser. Olvida lo demás y olvida, sobre todo, todo lo anterior, que no vale la pena, ni lo valdrá mucho más de lo que a veces le implicas. Y te hablo de muchas clases de amor, incluso del que crees que te hace falta, aunque en realidad te faltan más de los que crees. Ya vendrá, Mónica, y no es paciencia, es disposición.

Mónica, Mónica, Mónica, aquí está Camila, de una vez y para siempre, incluso, a veces, más aterrizada que vos, lo que debería ser contrario, porque aquí la loca, por fortuna, soy yo, no vos. Nunca lo has sido, y quizás nunca lo serás, porque no te da la gana, porque te da miedo, porque te complicas demasiado.

Camila Avril, Carta a Mónica.

TRISTÍSIMA...

He descubierto que la tristeza es un gen que se vino conmigo y actúa casi a diario, casi por costumbre y casi por molestar. Por eso me gusta, por eso la soporto, por eso la tengo que vivir. Sin embargo, he descubierto, también, que la tristeza me hace más daño del que me hago a diario con mis múltiples reproches y negaciones. Sí, me encanta escribir la tristeza porque el movimiento del texto es distino. Lo que pasa es que últimamente no es esa tristeza superficial e inventada la que me ataca. Es la tristeza, la que duele, la que realmente se siente, y esa, duele, y esa, sobre todo, no me gusta. Empero, para lástima propia, está ahí,como parte del gen que se vino conmigo.

Él sigue ahí. Yo sigo aquí, en silencio profundo, con miles de palabras escondidas y atoradas en la garganta.

CamilaA.

sábado, noviembre 10, 2007

WITHOUT LOVE

La noche está fría y mi nombre resuena en el cuarto, que está vacío. Yo estoy vacía y un poco de dolor innecesario me ataca. Pienso en él y me aseguro que no lo entienda, ni se de cuenta, ni lo crea. Más silencio, y ya no por costumbre, es por miedo. Hay un sentimiento extraño que me hiere y provoca algo que no comprendo aún. Quisiera ese día, con un poco más de tiempo, pero con la misma locura, y luego que todo fuese distinto, y no tan callado. La vida es así, es todo, y el amor sigue ajeno, ajenísimo, y yo sigo vacía, vaciísima.

Hablo conn él y me aseguro que no lo entienda, ni se de cuenta, ni lo crea. A mí me duele el silencio, pero es miedo, y el miedo me acobarda.

viernes, noviembre 02, 2007

MUNDO CALLADO

Ayer caí en otra de esas historias que son tristes, no sólo de contar, sino tristes por naturaleza, y que producen una ira máxima que hay que reprimir.

Pasa que es un joven de 16 años, que a los dos le dió meningitis y desde entonces tiene sordera profunda. Después de muchas luchas, la mamá, que me acuerdo de su nombre porque es el mismo mío, logró que en 1999 el seguro le pusiera un implante coclear. Para éste, al joven le abrieron la cabeza y le pusieron algo allí, pero afuera queda un aparatico, que puede parecerse a un radio o a un walkman, que se pone en el pantalon, y sube, como un micrófono de solapa, hasta su oído derecho, donde se pega justo detrás de él, donde está la marca de la operación. Con el implante, el joven escucha un 80 porciento, es decir, escucha la voz de su madre, de sus profesores, de sus amigos. Sin él, no escucha ni murmullos.

Aprendió a hablar, porque no es mudo y a leer los labios y lenguaje de señas. Aprendió antes del implante y mejoró con él. Es inteligente, le va bien en el colegio y cuando habla, con un discurso coherente, e incluso mejor que muchos que tienen audición, uno siente que estuviese hablando, no con un sordo, sino con un joven, yo pensé en alguien brasileño, y Sara en un italiano, que está aprendiendo español y tiene el acento muy marcado. Estudia en un colegio para jóvenes normales e incluso habla por celular, no con la rapidez con que se le habla a alguien que escuche bien, pero si una conversación más pausada, pero normal, absolutamente normal.

Sin embargo, aquí la historia todavía no tiene matices tristes. Pasa que la noche de brujas, mientras estaban afuera, su mamá, su papá, su hermana, él, y creo que incluso el perro, alguien, un ladrón, entró a su casa, entró a su pieza y se robo el implante. Sí, se robo más cosas, pero en este caso, lo importante es el implante, porque marca una gran diferencia entre el mundo que oye y el mundo callado en el que está cuando no lo tiene. Sé que se estarán preguntando por qué no lo tenía puesto y he de decirles que a Andrés le gusta hacer deporte, y cuando tiene educación física, como era el caso, lo dejaba en su pieza, en la mesa de noche, irónicamente para no perderlo, e incluso, para que no se lo robaran. Entonces es aquí cuando uno siente rabia. Andrés nos decía, que por favor se lo devolvieran, que eso sólo le sirve a él, a nadie más, y estoy segura que nos partió el corazón cuando nos mostró las pilas solitarias del implante y nos dijó que le dejaron las pilas, pero que el implante ya no estaba y que las pilas sin implante, no servían para nada.

Mónica, la mamá, mientras tanto, nos decía que el implante sólo le sirve Andrés, que es quién tiene la operación y que se lo devuelvan porque le entristece ver a su hijo triste y tener que volver a la época del lenguaje de señas, de la lectura de labios. No sabe que hacer. Está confundida, simplemente, y triste, muy triste.

Creo que es inaudito robar, pero sobretodo, es inhumano robarle algo a alguien que lo necesita para mejorar su calidad de vida. Es de esas cosas que dan rabia, más que tristeza, aunque la tristeza es inminente. Alguna vez me quedé sin el oído izquierdo ocho horas y dejenme decirles, que oir el mundo de esa forma, es díficil y desesperante. Todos los sentidos se necesitan. De ahí que agradezcan por tenerlos.

Creo que el ladrón no tiene perdón, y lo peor, es que lo más seguro es que no sepa para que sirve el implante, y más, que ni siquiera sepa pronunciar coclear.

Alguien que se robe algo como eso, es porque la brutalidad es más grande que él.

miércoles, octubre 31, 2007

POEMA

Rezo con un aire confuso
Que no sabe a dónde ir.
Rezo por un pedazo de
Corazón constreñido,
Adolorido, insignificante.
Rezo para que alguien
Se apiade, haga más silencio,
Mucho más silencio.
Rezo con algo de esperanza,
Para que no haya que despotricar
De su mirada, de su desamor.
Hago un poco de silencio,
Cierro los ojos,
Y atrás está todo ese mundo meláncolico
E impreciso,
Que duele casi hasta los huesos.

ENCERRADOS

Con el periodismo, y en general con observar un poco más allá de la puerta, uno puede encontrarse con historias tristísimas, que duelen justo allí, en ese pedazo de corazón donde se encuentra el agradecimiento, es decir, sentirse a gusto con lo que se tiene, con tener alimento y ropa, y una casa para dormir, y seguridad, y cosas que no se necesitan vitalmente, e incluso cosas sólo por capricho, por nada más.

Esta es la historia. Empieza con una entrevista a Sergio Fajardo, alcalde de Medellín. Habla de la alerta naranja, por el invierno, que yo diría por la locura de clima que se ha provocado, y habla de unos muertos, pero yo estoy tan ocupada detrás de la cámara, pensando que el plano debe quedarme bien, que Fajardo mueve mucho las manos y que me cuesta hacer un encuadre donde quede todo su movimiento, que realmente no pongo mucha atención. Está bien, no son mis muertos, y yo sólo hago mi trabajo. Suena el avantel y nos dicen que hay que ir al lugar, ahí donde están los muertos. El barrio, Avanzada Dos, por allá en Santo Domingo. Los ubico, unas cuadras más arriba de la última estación de metrocable. Llegamos al sitio. Estamos Sara, la periodista, y yo, que hago practica. En fin. Somos dos, y preguntamos dónde es, y vaya sorpresa cuando nos dicen que es arriba, por ese caminito. Yo no sé si merece el nombre de camino. Es un barranco, con unas escalitas perdidas. La tierra esta mojada y es inestable, es más, todo el terreno es inestable. Comenzamos a subir. Yo estoy preocupada porque tengo unas sandalias resbalosas y subo casi a gatas, cuidando que la cámara no sufra ningún daño. Nos reímos porque llegamos casi sin respiración, y es en ese momento, en realidad, cuando la vida me da una lección silenciosa. Yo estoy preocupándome por los zapatos y cómo he de devolverme, mientras ella carga a su hijo, que supongo tendrá menos de dos años. Está estupefacta, y nos cuenta como en la noche, de repente, un alúd de tierra les cayó encima, mientras dormían, y cómo mató a sus dos hijos, dos niños que no alcanzaban los once años de edad. Una niña y un niño que los tapó la tierra cuando dormían, que no pudieron escapar a la muerte, y que justo cayó sobre su cama pequeña. La niña murió al instante, él murió llegando a la carretera, justo ahí donde nos dejó el taxi, donde empecé a pensar en mis sandalias vs. el barranco. Dos niños que no habían vivido ni siquiera la mitad de lo que yo he vivido, que ni siquiera vivieron tres cuartos de la edad que normalmente se puede vivir. La cara de la señora es rara, es decir, todavía está en esa etapa donde los pies están más arriba del suelo y no se entiende, ni se cree, lo que acaba de pasar. Sus hijos están muertos y lo único que le queda es el niño que no aleja de sus manos. Cuenta la historia y se la llevan por el mismo camino, hacía un refugio, que nunca será su casa, y lo que más me conmueve, es que mientras yo me preocupo en como voy a bajar, ella baja con su niño al hombro, sin ningún problema.

Voy a describirles lo que llaman casa. Digamos que es un cuarto, no muy grande, dividido en dos, hecho en ladrillo, sin pintura, y con unas tejas de esas delgaditas, de lata, que hacen mucho calor. Hay dos camas, mejor, había dos camas, o quizá más, pero ya no se ve. Supongo que era una cocinetica, muy pequeña. Ahora todo está arrumado en la mitad de un cuarto, mejor, de una casa. Afuera, un único alambre donde cuelga la ropa de los niños, que ya están muertos, es decir, una ropa que pierde sentido, que cuelga esperando que alguien la use, pero que sus dueños, en realidad, ya no la necesitan, ya no están realmente. Pienso en todo lo que nos preocupamos por la ropa, cuando después de la muerte, ni siquiera la necesitamos.

Somos muchos en un pedacito de tierra, que es inestable. Si miramos hacia arriba, está la siguiente casa, de igual tamaño, a punto de caerse sobre la casa de las víctimas. Hay un señor que se niega a salir y que quiere quitarle el techo. No sé sabe para qué. Miro hacia un lado, donde hay un arrume de tierra y veo una muñeca abandonada y mugrosa. Los niños murieron. La muñeca no tiene dueño. Creo que en ese momento se me olvidan los zapatos. Llegan dos señoras que lloran por sus "primitos" y yo siento un taco en la garganta, que si no fuera por un no se qué, tal vez periodístico, hubiese llorado con ellas.

Es triste. Cuántas veces no he llorado, e incluso pataleado, porque estoy aburrida en las cuatro paredes de pieza en la que duermo, porque no puedo cambiar la cama, porque el gato de la vecina me despierta a las cinco de la mañana. ¡Vaya problemas! Sin embargo, cuando uno llega a esos extremos, dónde los hombres viven en casitas de piso de tierra, dónde viven con la total incertidumbre que en cualquier momento ha de venirse la casa de arriba, pudiéndolos matar, dónde no hay otro lugar a donde ir, dónde cada cosa ha valido lágrimas, dónde no hay para comer sino una que otra cosa pequeña compartida, dónde la ropa se ve vieja y muy usada, e incluso rota, dónde se depende de organismos de ayuda del estado, a sabiendas que la ayuda que da un gobierno es más pobre, que los mismos pobres, uno se queda estupefacto y se olvida de todo.

Los ojos están melancólicos y duele en el corazón, justo ahí cuando hay que acordarse que hemos llorado por no tener un celular mejor, un computador mejor, un carro mejor. Justo ahí, cuando nos acordamos que alguien muy rico gasta millonadas en un collar, que ha de ponerse un día, mientras en el resto de mundo hay hombres, mujeres y niños que se mueren de hambre, que no tienen casa, o que la tienen, con el peligro de morir sepultados.

Creo que ese día me olvide de los zapatos, y aunque incluso bajé a gatas y con miedo, me dolió su dolor, me dolió su muerte. Sólo que pasa una cosa, que es real y dolorosa. Yo soy periodista, o voy hacerlo, y de eso voy a vivir. Esa información la quieren otros, la necesitan otros, y yo debo darla simplemente, como un deber ineludible. Duele, sí, tal vez, al principio, pero ha de llegar un momento en que me dará lo mismo. Hoy escuché que alguien decía, un periodista, que le gustaría que hubiese una tragedia, cualquiera, y cuando le preguntaron por que, decía que para trabajar con más presión, con más 'movimiento'. Es sencillo, así como los médicos necesitan enfermos y las funerarias muertos, nosotros necesitamos historias, tristes o bellas, pero historias,y así suene duro, las historias tristes llegan más fácil y más rápido, que las historias de finales felices. Y en últimas, puede que los dolores de otros nos importen un poco, pero siempre ha de olvidarse, porque no son nuestros cuerpos, nuestros amigos, nuestras familias. Nos ha de doler mientras está y pasa por los noticieros, pero han de pasar desapercibidas para siempre, y no hemos de hacer nada, porque pasa como todo, no es de nuestra incumbencia. No es directamente conmigo, o con usted, y el dolor, entre más lejos esté, mejor. A veces vivir en una caja de cristal resulta más fácil que vivir sin ella.

Triste. Muy triste.

Mónica Q.

lunes, octubre 29, 2007

VA DE NUEVO

VA. ESTÁ SOLEDAD.ESTOY YO. LE HAGO UN POCO DE COMPAÑÍA,PORQUE HEMOS CAMBIADO
DE DISTANCIA Y DE POSICIÓN. SUEÑO EN LAS NOCHES, PERO ME PERSIGUE INSISTENTEMENTE UN POCO DE MIEDO QUE ME HACE CALLAR UNA Y OTRA VEZ, Y MUCHAS VECES. RESPIRO UN POCO Y ME VEO APRETUJADA Y TENGO QUE HACER SILENCIO, Y NO DECIR LO QUE QUIERO Y LO QUE PIENSO, Y LAS CACHETADAS QUE INCLUSO QUISIERA DAR.

HAGO ABSOLUTO SILENCIO EN MEDIO DE ESTÁ OSCURIDAD ABSURDA QUE HE LOGRADO. ESTOY CIEGA, AUNQUE MIS OJOS ESTÁN EN PERFECTO ESTADO. ÉL ESTA EN STOP Y NINGUNA MARIPOSA SE MUEVE. SILENCIO. ES TODO.

MI PADRE ESTÁ MUERTO, MÁS MUERTO QUE ESE DOS DE JULIO DE 1988.

ESTÁ SOLEDAD Y ESTOY YO, QUE LE HAGO COMPAÑIA.

jueves, octubre 25, 2007

OLORES

A vecesuno podría vivir sólo de los olores. Recuerdo el olor de los fríjoles que hacía mi madre los jueves. El olor a guardado, y ya sin olor, de la ropa de Eduardo, que ella todavía tenía, casi diez años después. El olor de la almohada de la cama de la mamá cuando me metía en silencio en sus cobijas y ella no podía decir nada, ni echarme, siquiera. El olor de la casa de mi tía los sábados. El olor de la finca, confundido con el aire fresco y un poco caliente de las noches, cuando nos sentabamos a rezar el rosario o la novena, o a conversar sobre las historias fantasmales de la montaña oscura que estaba al frente. El olor de Mae que siempre me trae las cartas en la guitarra y esa sensación de querer descubrir, mejor, de comprobar, quién era Mateo Kaa. El olor de mi casa. Su olor, esa loción que me hizo quererlo más de lo indicado. Ese olor que lo recordaba en cualquier parte, a cualquier hora, en cada una de mis almohadas. Ese olor casi maldito, que hizo equivocarme, que lo hace diferente, q se siente diferente. El olor de Carito y los brownies y las conversaciones largas y los paseos en moto, incluso la montaña rusa de calles en las que nos tirábamos irresponsablemente, con el máximo de velocidad. El olor de la piscina, que extrañe incluso cuando veía a Paula nadando y yo lejos de allí. El olor del pasado, del colegio, de la sonrisa de todos en la iglesia recibiendo el diploma... Ahora su olor, que extraño poco, porque fue poco, pero que aparece sutilmente casi a diario, para subrayarlo en la memoria, pese a que el corazón ya le cerró la puerta. A veces, uno podría vivir sólo de olores, y sería feliz.

Ojalá hubiese un perfume de cada uno de los que uno quiere para ponerlo consigo cada que la distancia los pone lejos.

Ojalá cada que alguien se fuera, se llevara, más que sus zapatos y el pedazo de corazón, el olor que se tiñe en cada una de mis camisas.

....

Está sentada en la esquina de la casa verde. Sus ojos un poco melancólicos y una sonrisa que se desdibuja suavemente, como si el tiempo la desgastara. Lo espera. Hay un poco de ansiedad. Respira con pausa, pese al corazón agitado, como si hubiese corrido una maratón seguida. No lo sabe, pero el corazón ha de correr una maratón seguida. Él va a llegar y le va a besar, se va a dar la vuelta, sin palabras, sin miradas, sin manos, sin nada. Su sonrisa se dibuja un poco. Está exhausta.

Así es él. Siempre en silencio. Siempre perturbando su espera.

martes, octubre 23, 2007

...

¿Qué tal si te vas simplemente y no dejas ni siquiera los zapatos?

CAMIÓN

Como la vida cambia en dos segundos y puedes perder la conciencia, sólo porque alguien quiso correr y no pagar dos mil. Cómo se puede morir en un instante, sólo porque la cama quiso matarme.

PELIGRO: ALTAMENTE SENSIBLE

Vuelve la melancolía. Estoy segura que es por la sobrecarga de sensibilidad. Ella está lejos. Él está cerca, pero invisible y por estos días me duele como antes. Odio la política, papá, por dos cosas, sobre todo. Una. Te mató. Dos. Es más sucia que mis zapatos empatanados. ¿Sabes cuánto me duele, papá? Yo he querido seguirte, no en tu forma, sino en la mía. Y he tratado de cargar con tu pensamiento, de querer la izquierda, pero no de ser izquierdista. Me da miedo y es todo. Tu fortaleza te la llevaste contigo, incluso tu poder de palabra y de convencencimiento. Yo creo en tus amigos, porque creo en tí, solamente, pero el resto de mundo me provoca naúsea y es imposible que pueda confiar. Estoy segura que querías un mundo distinto, que veías un mundo distinto, que luchabas un mundo distinto, y no sabes cuánto dolor me causa ver a Robledo, por ejemplo, o a Gómez, por ejemplo, haciéndo lo que querías hacer y creyendo en algo que si fuera, sería distinto. Y eso duele en el fondo, casi como si abrieran mi pecho a sangre fría y le clavaran un cuchillo al corazón. Yo sé que te podes revolcar en la tumba por no seguir tu lucha, por no tener el corage, por no salir descalza a cualquier pueblo, pero el camino es largo papá, y he de caminar los pasos que te faltaron, con mis zapatos y por mis caminos. Eduardo se paraba cerca a la iglesia. Yo he de escribir, y es todo.

Arde la sensibilidad. Las lágrimas ya están preparadas, incluso si me dicen que estoy bonita. Sólo escuchó las mismas canciones y el corazón les sigue la corriente, al punto de sentir desamor y tristeza sin motivo, quizá con uno que otro recuerdo, sólo porque la canción lo produce, y luego apareces y quisiera ponerte la canción, no porque duelas, sino porque odio que el final sea el mismo, que no tenga el corage, que te hayas escondido, que tenga miedo, que estés pasando desapercibido. Y entiendo que eres un invento, como casi todos, como se convierten todos... "...y ahora no sé, qué voy hacer si tu no estás, me matará la soledad, porque no vuelves a intentar..." Y me siento estúpida escribiendo la canción, pero la estupidez me ha perseguido insistentemente y entiendo que las canciones transforman el ambiente y continuan inventando el resto de historia que falto, que incluso, ni siquiera llegó.

Odio lo que pasa en este instante, tener que levantarme, no tener nada que valga la pena.

Altamente sensible, mejor, contagiosamente sensible. No se acerque!!!!!

lunes, octubre 22, 2007

CELULARES

Ese día todos estaban estrenando celular. Todos, hasta el hombre de camisa verde limón que comía helado en la silla pequeña de madera. Incluso esa mujer, la misma que Martín decía cada rato, que había hecho el amor con ella unas 403 veces, sólo porque mirarla le causaba tenerla que amar, aunque no la amara realmente. Los aparaticos eran distintos, unos con más timbres que otros, con más gallos que otros, con más estupideces que otros. Y eran de diferentes colores y diferentes formas, y algunos, incluso, hablaban con suavidad, y algunos, incluso, hacían magia. Ese día todos estrenaban celular, como si se hubiesen puesto de acuerdo, y todos, incluso, parecían niños pequeños que hablaban monotemáticamente, como cuando el niño dios llegaba en la noche del veinticuatro y a la mañana siguiente, casi a las ocho, ya estaban en las puertas, mostrandole al otro, las maravillas del niño aquel.

domingo, octubre 14, 2007

SUICIDIO

-Necesito que me mate - le dijo, con una voz seria y casi suplicante. El individuo la miró a la cara, extrañado. Había matado a muchas personas en su vida, pero nunca matado a alguien que pagaba por su muerte.
- ¿Qué quiere?, le respondió, con una voz casi irónica.
- Qué me mate. Le doy cinco mil y le encimo el celular.
- ¿Está segura?
- Claro. No pregunte tanto y reciba, no es mucho, pero le sirve para un tinto con buñuelo. De qué se preocupa, si en esta ciudad matan hasta por una cobija.
- ¿Por qué no se suicida?
- No puedo -. El hombre se quedó en silencio, pero no fue capaz de preguntarle por qué no podía, por qué tenía que hacerlo contratándolo a él, por qué no le alquilaba sólo su pistola, si en sus ojos había más tristeza que vida.
- ... ¿Pa' cuando la vuelta?, le dijo.
- Mañana, a las seis y cuarto de la tarde voy a estar en este lugar -y le entregó un papel pequeño, amarillo -, comiendome un helado, el último helado. Me voy a sentar en la mesa de la esquina. Sea puntual, un minuto más y tendrá que desechar la muerte. Es mi cumpleaños y es la hora exacta. Es eso o es nada, ¿me entendió?

El hombre sacó una libretica pequeña, anotó 25 de septiembre, seguido de la hora y el lugar, mientras la mujer se alejaba tapándose con un gabán cafe y una bufanda, como si quisiera que nadie la reconociera, como si estuviese matando a alguien importante, como si pretendiera ser sospechosa. El hombre estaba conmovido. Los cinco mil estaban en la moto y había un celular negro, que los detenía del viento.

Debajo del dinero, una carta: 'Para dejar encima del muerto'.

sábado, octubre 13, 2007

...

EL GATO

Es un círculo constante de tristezas y alegrías. Unos días vienen cargados de sonrisas y los otros, con toneladas de tristezas y lágrimas, como si nada tuviese sentido. Ni siquiera yo. Al fondo escucho las goteras contra el techo del vecino y un gato que maulla con suavidad, pero con miedo, pero con hambre, pero con desesperación. Me dan ganas de matar al gato una y otra vez, por lo tormentoso de su dolor, hasta cuando voy a la ventana y el gato está abajo y me mira, como diciendo que yo soy su salvación. Me da tristeza por el gato, porque está mirando a la mujer que no es. Sí, yo no quiero a los animales, pero es sobre todo la distancia lo que me aleja de poderle ayudar. Me mira y maulla. Maulla y me mira. Camina un poco. Está desesperado. Yo también.

Mi vida es como la del gato, miles de veces. Estoy encerrada en un lugar sin salida y me aburro y me entristesco y también está la soledad. Es mi culpa, es cierto, pero no sé, no todavía, cuáles son las fichas equivocadas que me ponen siempre en estas cuatro paredes sin escapatoria. Siento su olor, pese al tiempo. Todavía siento su olor, pese a que el corazón va comprendiendo lo inevitable. Eso tampoco lo entiendo. Algo está mal, porque la historia se repite sentimiento por sentimiento, hombre por hombre.

Estoy desesperada. Tengo una vida de gato.

domingo, octubre 07, 2007

INSOMNIO

Sufro de insomnio. Es sábado en la noche, mejor, el domingo acaba de comenzar. Todo fue mi culpa, lo sé. La madre tiene el concepto perfecto, dejé ir el tren, sí, así dice, el tren del sueño, y yo lo dejé ir, pese a que hubo una espera de más de una hora. Él se metió en mi cabeza y luego fantasee lo suficiente. Vueltas y vueltas sobre el mismo asunto. Sí, te gusta, es todo, ¿podrías dormir? No, ya no podría. Está el sueño, está la cama, está la mujer, pero está él, sigue él. Entonces te regocijas en la fantasía, como si con eso lo hicieras realidad, y no, nada pasa, sigue en silencio. Él sigue en silencio, y eso te apuñala. Es todo. Prendes el televisor. No hay nada. Tres tontas y un viejo con plata. Prendes el computador. No hay nada. ¿Qué esperábas? Nadie tiene nada nuevo para leer. Ninguno de tus amigos bloggeros te sirve. Ni siquiera tú. Él no está, lo compruebas. Ni va a llegar, lo entiendes. Te estás sintiendo estúpida y tienes razón.

Sufro de insomnio. Es sábado en la noche, mejor, hace una hora y veintitres minutos comenzó el domingo. A estas alturas sólo hay dos posibilidades. Estar durmiendo o estar afuera. Ni lo uno ni lo otro. Siento tu desespero. Qué hacer. TE sientes estúpida, como ellas, las tontas de la televisión. No estás lejos. Es el sueño.

Duerme ya mujer.

Por favor.

jueves, octubre 04, 2007

...

Se aparece como un fantasma en mi memoria, una y otra vez, cientos de veces e incluso muchísimas. Se aprovecha del vacío, del hueco mínusculo del corazón por donde se cuelan tantas tristezas, y es mínusculo, valga la aclaración. La cabeza tiene un estupor raro y una fuerza rara y un apretujon raro. Nada se entiende. Ningún hecho se entiende. He dormido más de lo habitual, chateado más de lo habitual, hecho cosas tontas más de lo habitual, como si fuera una medicina que evita pensar. Soy una idiota, lo sé, y eso duele más.

Se aparece como un fantasma y no sé como se saludan los fantasmas para que no asusten, ni hagan daño y pasen desapercibidos.

lunes, octubre 01, 2007

DESHILACHADOS

Me resisto a que de mis ojos caiga así fuese una mínima lágrima. Nadie se lo merece, mejor, no me lo merezco, es más, no lo necesito. Hay una fuga en un pedazo de corazón, por donde sale un poco de tristeza comprimida, y mientras tanto, a la fuerza, entra un poco de tristeza nueva, incontrolable. Es el silencio que atasca las palabras, es no encontrar quién quiera escucharlas, es tener que sentirse adolorida sola, que todo esté en la cabeza, que haya explotado, que un poco de falta de sensatez se haya filtrado. Me resisto a las lágrimas, pese a que el corazón está indiscutiblemente desinflado, deshilachado, deshidratado, falto de amor.

miércoles, septiembre 26, 2007

...

Vi como empuñaste las manos y apretujaste las nalgas, como tuviste miedo y cerraste los ojos. Quieto. Estuviste parado en el mismo sitio. Vi como no te respondían los pies y le pedías en silencio que te perdonará, que no tenías la culpa, que el corazón es independiente. Vi como la cabeza te daba vueltas y los cachetes se enrojecían. Vi el miedo, el no saber que decir. Yo vi como te quedaste parado.

Te gustaba su novia, la de tantos años, y noches, la misma que acariciabas en tus noches solitarias, en tu cama, cuando había luna llena.

martes, agosto 28, 2007

POR TODA LA MITAD

La mujer caminó hasta la esquina debajo de un montón de árboles a lado y lado de la calle. Contó cada paso, hasta el cien, hasta la esquina. La sombra dejó el rastro, sin sonreir, sin miradas de reojo. No hubo nada atrás. Ni compañía, ni los ojos del gato de la señora de la esquina, de la viejita de noventa y nueve, de la viejita arrugada que tiene un gato negro, muy negro, que sale todas las noches y recorre cada casa, y maulla cada casa. El gato no salió ese día. No ese, ni el siguiente. No hubo ni luz, ni luna, ni eclipse, ni nada. Sólo una mujer de la casa de enfrente de la viejita de noventa y nueve.

La mujer caminó hasta la esquina, dobló a la izquierda, atrás dejó un olor suave y taciturno, y una calle vacía, sin vieja, sin gato, incluso sin mujer.

DE VERDE

Dicen que porque las palabras son tristes, estoy triste, y se equivocan. No siempre la tristeza está disfrazada de palabras. A veces sólo son palabras. Hablan de mi vida taciturna, oscura y melancólica. Yo diría que sólo son palabras, y que las palabras, a veces, sólo son palabras. Me quedó con la melancolía, porque es cuando puedo sentir el corazón latiendo al ritmo que me da la gana. Es todo. Ni siquiera mi vida es tan triste como la escribo, ni tan oscura como la escribo, ni tan melancólica como la invento. Las palabras son un invento de realidad, es más, con un extracto de realidad. Sólo un extracto. Sólo el pedazo de tristeza que necesito para el disfraz. Sólo ese pedacito, sólo ese, por un amor, a veces absurdo, de querer disfrutar la tristeza, de amar la tristeza, de creer, a veces absurdísimamente, que la tristeza llega más fácil que cualquier otra cosa. Sí, es para hacerlo más fácil. Todos lloramos más fácil con cosas tristes, que con cosas felices, aunque acabo de recordar que las palabras son palabras, y que Mónica y feliz son palabras como cualquiera, incluso como muerte, como tristeza, como Camila. En fin. Mi vida no es tan negra como la pinto, como la pintan, como la creen. La tristeza me gusta, es todo. La tristeza la siento casi siempre por costumbre. Hay dolores que producen placer. Es un masoquismo placentero. A veces. Pese a todo, hay tristezas no obligadas, y es justo, y esas duelen más que cualquiera, y quiebran cada rincón del pedazo de corazón que tengo, y duelen más de las que escribo, porque son más que palabras, más que cualquier palabra, mas que una palabra cualquiera. Así que para hacerme la vida más fácil, he de creer que es inventada, y que puede disfrazarse. Se puede seguir sonriendo en medio de la lluvia.

Camila tiene una vida verde, verdesísima, o morada, si quieren.

viernes, agosto 24, 2007

SÓLOYO

A DUO CON PEÑA

Sólo yo. Solo. Solamente yo. Pero también yo, y yo y e-yos. Soledad en todo caso. Y mientras más solo, más sólo yo y más yo con yo. Yo con cabezas de diablo. No sólo cabezas de diablo, también yo, solo. Mi amigo Solo es yo, sólo yo. En cambio mi hermano Sóloyo, quizá por su vanidad, cree que es más yo que yo: ¿Quién lo creyera?

Sólo yo lo creo. Nadie más. Los muchos yo, y e-yos se mantienen al margen cuando sólo tengo cuatro paredes para vivir. Sólo cuatro, y un hombre solo metido en una cama sin patas, sin cobija, es más, sin cama. Las paredes están blancas, lánguidas, acompañadas sólo por un marca de soledad, de ese hombre solo, del recuerdo de ese hombre vanidoso que mantiene sus ojos sólo en un hombre solo, que aspira un yo en medio de yo y yo y e-yos, de todos e-yos, de esos e-yos perdidos. Está sólo él, solo, él sólo, solo, solísimo.

— Tú. Míyo. ¿Me oyes?
— …
— Y tú, Sóloyo. ¿Estás ahí?
—…
—Solo. ¿Tú? ¿Tampoco?
— …
—Sólo estoy yo, solo. Mi yo. ¿No me estarán tomando el pelo?
—…
—Estoy comenzando a asustarme. Sóloyo. Míyo. Solo. Yo. ¿Están ahí?
—No, están solo e-yos.
—Tambien estoy yo.
—Por eso.
—Tienes razón.
—Eso si que no; Razón si no está.
—¿Y e-yos?
—Aqhí están todos: Sóloyo, Míyo, Solo y Yo. Los demás estan dormidos.
—Gracias a Dios.

Muy dormidos. Sólo ellos podrían desquitarse, desquiciarse, des-amarme. Sólo ellos podrían cambiar un poco de este hombre solo, de éste yo con yo y con e-yos. Somos sólo los que estamos, por fortuna, y no se necesita más. La locura está hecha. La confusión está hecha. La muerte está casi lista, pero no está, no aún. Sólo somos nosotros, un hombre solo, y un montón de e-yos con nombre, con hombre, con todo. Sóloyo, Míyo y Yo. Es suficiente. Las paredes tampoco están, sólo de vez en cuando, cuando el hombre solo, y su yo y yo, así lo dicen.

Ustedes comprenderán. Yo no tengo ninguna responsabilidad de lo que pasa aquí adentro. Ustedes lo ven, eso se nota; ora en un yo que se abre a la literatura ora un imbécil, pero nunca sólo yo. No faltaba más. Múltiple, heterodoxo, intrínseco, verbo: yo. La cosa, que es otra cosa, el yo que es yo. En fin, me llamo Yotro, no me confundan con la gentuza.

Así es, sólo así. No miren a ningún lugar, ni piensen más. Es así y punto. No más. Las cosas pasan y e-yos las hacen, y yo sólo, solo, pongo mi cara al mundo, para que ustedes, ellos, tengan algo que hablar. No me confundan. La gentuza es la gentuza, allá ella y su soledad y sus cosas, y su gentuza, al fin y al cabo. Yo soy Yotro, y muchos, y sólo yo, y yo solo. Así que no hay nada que decir. Es así. Punto final. Y recomienzo. Yo, otra vez, haciendo de yo, o de Míyo. «¿Están ahí?». Tic: yo. Tac: Yotro. «¿Dónde se han metido?». Tic: Míyo. Tac: … «¡Salgan!». «Me asusto». Tic: … Tac:…Punto. Y recomienzo: yo…

lunes, agosto 20, 2007

DERRETIDOS

Todo fue rápido, rapidísimo. Una llamada. Una sola. Dos horas de espera, dos, no más. El estómago vacío, vaciísimo, y un cuerpo solitario y desesperado de amor. Se miraron ojo tras ojo, y un beso cierra el último renglón de ese cuento, y no la palabra fin, como suele ser costumbre. El tiempo ha dicho que es un ciclo constante de desapariciones y apariciones, de amoríos y desamoríos, e incluso de odios, mucho odio. Ahora empieza el undécimo principio, y como suele ser costumbre, se besan como si fuera la primera vez, en ese balcón impasible donde el viento acompaña cada uno de los movimientos de las manos, incluso debajo de su camisa. Es el primer beso, y será el último beso, y será todo y nada, e incluso nadísima. El estómago está vacío y hay unas imprecisas ganas de comer.

Ese día llovío como nunca. El cielo sonó como nunca. Tomó fotos como nunca. Se acercó a la ventana. Hubiese preferido llorar toda la noche y no derretirse en medio de su calor.

miércoles, agosto 15, 2007

CON LA VIDA MOJADA

La lluvia cae afuera, detrás de mi ventana, mientras el sonido perturba, gota tras gota, el pedazo de vida que me queda. Afuera hay miles de personas sintiendo la lluvia, muriendo la lluvia. Afuera hay miles de hombres y mujeres perdiendo sus casas, sus camas, sus hijos, su gente. Afuera hay miles de hombres y mujeres con los zapatos mojados, con la bota del pantalón mojada, con la vida mojada. Yo, mientras tanto, tengo una cobija encima, un poco de música para mezclar con las gotas y su sonido, y no dejo de sentir culpa, y tristeza, y miedo, y un revoltijo de cosas que me entristecen. Siento culpa, porque pese a reconocer que esos miles existen, no me interesan lo suficiente. A veces el mundo es tan injusto, que los muertos sólo interesan, si son nuestros muertos. Eso duele, si lo piensas. Igual, no has de moverte de tu cama, ni he de moverme de mi cama. Los dolores se miden con uno mismo, no con los demás. Mañana será otro día, y otro pensamiento ha de venir, y otra culpa ha de venir. Mi vida no está mojada, y la lluvia... la lluvia sólo perturba mi sueño, y toca mi ventana, es más, me acostumbro, como si fuese parte de la canción, es más, amo esa lluvia, la amo más que cualquier recuerdo que llega con cada una de sus gotas.

Ese muerto, que creí enterrado hace más de una noche, trajo una sombra sobre mi pared. Algo dijo, aún cuando permanecí en silencio, cuando me quede estupefacta, sin oír, sin hacer nada. Quería que lo siguiera, y tal vez lo hubiese seguido, si su muerte no hubiese sido tan placentera para mí, tan dolorosamente placentera, y tal vez lo hubiese seguido, si desde su muerte, no hubiese entendido que los muertos no se siguen, ni por equivocación. Ahora hay un vacío que confunde, que hiere, un vacío silencioso, como todo, como fue todo, como recuerdo todo. Es un vacío extraño, ineludible. Es como si hubiese pasado la prueba, pero tuviese que atarme a la pata de la cama, para no devolverme por el mismo camino, dejar todo atrás, y seguirlo con los ojos cerrados, hasta que le de la gana de irse de nuevo, de morir de nuevo, de dejarme de nuevo. La cuerda con que me ato a la cama, hiere, pero me lastima lo suficiente, tanto para recordar que es mejor estar ahí, que allá.

La lluvia cae detrás de mi ventana. Yo mientras tanto, pienso en un muerto. Creo que mi vida, también, y a mi manera, anda un poco mojada.

martes, agosto 14, 2007

UNA MARIPOSA

Ella va y viene y revolotea, por unos cuantos minutos, mientras me pone una carita indiscutible, a manera de secreto, que solo ambos entendemos. Es raro. Tengo que estar en silencio, en absoluto silencio, mientras mis palabras quieren estallar en medio de todo, y gritar, si es posible. Ahora sí que las mariposas están secuestradas. Pese a que no duele, es una sensación extrañamente indiscutible, que no quisiera, que preferiría obviar. En medio de todo, está él, un muro que coexiste, mientras el número mágico vuelve hacer de las suyas. Tres, y sobra uno, para lástima mía, o nuestra, o de nadie, sobra uno.

Ella va y viene y revolotea, por muchos minutos, por unos cuantos días, y tendrá que seguir yendo y viniendo, en silencio, por unos indefinibles días, incluso sin saber si el camino tiene final, y un final feliz. Feliz es una palabra como cualquiera, diría david. Feliz es una palabra por costumbre de los finales, diría Mónica. Feliz es lo que quiere Camila con su final, para que le entiendan.

sábado, agosto 11, 2007

IRREMEDIABLE

Es una tristeza irremediable, una soledad irremediable. He tratado de cambiar cosas que no quiero, que no quise, que ya hice, pero es tarde, demasiado tarde. El borrador no es suficiente. Desaparece la parte de arriba, sólo la de arriba. Abajo las cosas siguen igual, clavadas, marcadísimas. Nada que hacer. El tiempo ha sido largo, estruendosamente largo. Es raro, rarísimo. Tengo que quedarme callada, y esperar, el tiempo tendrá que arreglarlo, algún día. Mientras tanto, es una tristeza irremediable, una soledad irremediable. Un dolor irremediable.

viernes, agosto 10, 2007

POEMA SOLITARIO

Esta soledad irremediable.
Uso mis cobijas
Como escondite.
Uso la almohada
Como secreto.
Luego te pienso,
Y estás ahí,
Con un poco de tu seriedad,
De tu silencio,
De tu sarcasmo.
Te invento,
Un poco a mi estilo.
Las mariposas revolotean.
Quiero abrazarte. Tocar tu pelo,
Que está parado, que está lejos de mis dedos.
Sigues ahí. Sigo ahí.
En silencio.
Sonrío, es todo,
Mientras tanto,
El helado de corazón se derrite.

martes, agosto 07, 2007

LAS HORAS

Los minutos palpitan uno por uno en mi cabeza. Todo pasa tan rápido, se acerca tan rápido, seré un muerto tan rápido. Lo que he hecho va pasando por mi cabeza una y otra vez, dos y una más. Los recuerdos. Las tristezas. Las sonrisas. Extraño todo eso, y más. Nada de eso, y menos. Los ojos me arden, están cansados. Mis manos escriben, están cansadas. La vida sigue, está cansada. Es monótona. Incluso yo, sigo siendo la misma. No he podido abandonarme, ni siquiera por una milésima de segundo, aunque no soy la misma, aunque no soy nadie, aunque no soy nada. Respiro hondo. No es nada. Las horas pasan una tras otra y yo las sigo, aunque ellas tienen una pared infinita, y yo tengo una pared, que se acerca, aunque tenga veinte, aunque no conozca el día, ni la hora, ni nada. Puede ser mañana, o en quince, pero vendrá. He enterrado a muchos, mejor, a unos cuántos. No duelen. Ya no. Muchos me han enterrado. No duele. Ya no. Estoy vacía, sola. Duele. Todavía.

Las horas pasan, una tras otra. Yo paso, una tras una.

lunes, agosto 06, 2007

ÉL - PASADO.

Porque el pasado ya pasó, sin darme cuenta, sin saber nada, sin saberlo. Posiblemente fue el fantasma, que se hizo real, y que fue distinto al fantasma inventado durante tantos años, alimentado durante tantos años, querido durante tantos años. Entonces el pasado fue posible y real, y se fue yendo, sin avisar, sin darme cuenta, sin saberlo. Ahora llega él y llegó yo. Ahora no está él, ni estoy yo. Ahora no sé nada de él, ni de mí. Ahora existe otro, y estoy otra.

El pasado es y será tanto como nos de la gana inventarlo, tanto como nos de la gana de tenerlo ahí.

domingo, agosto 05, 2007

...

Es odio, y lo sé. Sólo que trato de ocultarlo en medio de nieblas, de soledades, y de recuerdos que se fueron. Es odio, y lo sé, pese a todo, pese a las palabras, pese a lo que trate de hacer. Es odio, y lo sé, porque todavía cuando le pienso, hay un retorcijon estrepitoso, y doloroso, que le atrapa, que le mata, incluso, que tiene ganas de pegarle en la cara. Es odio, aunque trate de no mirarle, de no pensarle, de olvidarle. El odio es odio, y está inscrustado por mucho tiempo.

martes, julio 31, 2007

HORMIGAS

Todas suben en un muro interminable, y suben en una fila interminable, que no se mueve, que no camina, que cambia hormiga tras hormiga, como si se reemplazaran al instante. Y van y siguen yendo, y luego desaparecen, como magia, debe ser magia, tiene que ser magia. El muro interminable las desaparece.

sábado, julio 28, 2007

...

Y ella dijo que se quería morir, y suspiró...

jueves, julio 26, 2007

CAMILESCA

Ando esperando una instrucción que me permita abandonarme paulatinamente, y no porque quiera abandonarme para siempre, sino porque quiero borrarme un poco y dibujar unas cuantas cosas nuevas, y quitar unas muchas. Una instrucción que le permita a una tal Camila descubrir en el silencio un poco de amor, que descubra que el silencio no lo es todo, que su cama no lo es todo, que sus paredes no son el mundo. Camila quiere abandonarse,y no porque no se necesite, sino porque quiere recuperar un poco de lo perdido, de las noches de carnaval, de las payasadas, de todo lo que dejo de hacer, de todo lo que deja de hacer por morirse a diario, de todos los caprichos, de todas las falsas propuestas, de todas las promesas sin cumplir. Camila necesita dejar de refugiarse en el silencio, y en la tristeza, aún cuando sus canciones le impidan escribir algo diferente. Necesita abandonarse para cambiar de ojos. Necesita enamorarse de algún mar no inventado, de algún hombre no inventado, de alguna mujer Camilesca no inventada.

miércoles, julio 25, 2007

INVENTOS DE GUERRA

Llore cuando la vi llorar, y seguí llorando cada una de sus palabras, y me dolió tanto como le estaba doliendo, y me siguió doliendo cuando vi su foto, que no era real, que era inventada, que tenía photoshop. Me dolía tanto como a ella, e incluso más que a ella, porque ella todavía tiene en su cabeza un mundo de hadas, y en cambio, yo, en la mía, tengo un mundo real, cruento y escaso de imaginación. Y era la misma historia, y le pasó lo mismo que me pasó, y se quedó sola, igual que yo, y no se acuerda de muchas cosas, como no me acuerdo yo, y a ella se lo llevaron primero, una bruja, le dijeron, y a mí, me lo quitaron de una, a sangre fría, y ella estaba pequeña, y yo también, y yo estaba mucho más pequeña, y ambas los inventamos, aunque yo ya lo enterré por mi cuenta, y ella apenas empieza. Y lloré con fuerza, con mucha fuerza, porque sé lo que es, porque sé lo que se siente, porque es así de simple.

En esta guerra, muchos de los hombres y mujeres, y de los heroes, son inventados.

lunes, julio 23, 2007

MORTECINA

Este lugar huele a mortecina. Tal vez. La que escribe ama la muerte, porque vive en la muerte, casi todos los días, casi diario. Es un invento, y lo que existe por momentos, está muerto gran parte de su historia. Alguien existe, para otro, si lo piensa, si lo cree, si lo conoce. El resto de las veces, está muerto, y es todo. La muerte, amo la palabra. Tan oscura. Tan tenebrosa. Tan triste. Tan bonita. La muerte es una puerta para escribir. No significa nada más. No deseo la muerte. No la definitiva. Le temo a la muerte de los que más quiero. A la muerte de Mónica, por ejemplo. Aunque a Mónica la muerte sólo le apasiona. Más que temerle, le preocupa el mundo sin ella, como a todos. La muerte no es nada. Los otros siguen. Los otros siguen, y es todo, aunque les duela, al principio, incluso, tal vez, más que al mismo muerto. Es comprensible. No se sabe más. Los muertos no regresan, excepto cuando los inventamos. La muerte para Mónica es una obsesión, desde pequeña, por Eduardo. Es todo. Mónica le teme a la muerte, no a la suya, a la de los otros, a la de quienes más quiere. Le tiene terror a quedarse sola, aunque se ha costumbrado a su soledad, aunque ame la soledad. Le tiene miedo a la soledad de la muerte, esa que siente cada noche cuando se despide de Eduardo. ‘Hasta mañana, pequeño papá’. La muerte le llegó temprano. Pequeña. Cuando no podía decir mucho de ella. Ahora, incluso, todavía no puede hablar mucho de ella. De la muerte desembocan más cosas. La tristeza. Amo la tristeza. Ama la tristeza, incluso no porque la sienta a diario, ni la tenga a diario, ni la quiera a diario. Simplemente la ama, a secas, por amarla, porque le gusta la mezcla que logra con las palabras, el efecto, el final. La tristeza es parte de ella, y no porque la sienta siempre, sino porque su corazón tiene un espacio para ella, porque también es aire, y el aire se necesita para seguir viviendo. Ama la nostalgia, por ser nostalgia.

La muerte puede ser bonita. La tristeza puede ser bonita. La nostalgia puede ser bonita. Es otra forma. No convencional, si quiere. Convencional, si quiere. Camila vive muerta, y Mónica no se suicidará, como muchos piensan. No todavía (De pronto, a los 70). Mónica, como todos, a veces, es feliz. Está bien. Todas palabras relativas. Mónica le hace honor a su nombre, a su significado, ‘qué ama la soledad’.

Nos gusta el olor. Ese olor fúnebre y silencioso.

Este lugar huele a mortecina, y seguirá oliendo, por fortuna.

domingo, julio 22, 2007

LA NIÑA

Se fue acercando rápido, extremadamente rápido. Él corazón se agitó, la mano comenzó a doler, la cabeza sintió que alguien la apretaba con fuerza por todos los lados. No había hacia a donde correr, mejor, no ví hacia donde correr, mejor, no pude correr, porque los pies se quedaron pegados, como si alguien le hubiese puesto pegamento a los zapatos. Ahí venía. Tan rápido. Tan fuerte. Tan oscuro. Una única luz a lo lejos, quizá parecido a los que retratan el túnel de la muerte, si es que existe, y hablando de muerte, yo sentí la muerte en ese instante, tan cerca, tan oscura, tan mía. Y se acercó lo suficiente. Rápido, viene, rápido, ya casi. Cierro los ojos con fuerza, alguien me empuja, siento que es el final, que es todo. Un viento enreda mi pelo, y para mí es un aire frío, un escalofrío, una piel de gallina. Y está el sonido. Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh hhhh hhh hh h . Otro ruido. Más fuerte. Piiiiiiiiiiiiii iiii iii ii i . Taaa aass ss sh h . Abro los ojos. Respiro. Ha pasado. La niña llora inconsolable. Se acuesta en el suelo y se pone en posición fetal. La miró constante, sin quitarle la mirada de encima. Tiene miedo.

Yo también.

sábado, julio 21, 2007

CARTA A MI ABUELITA

Agüelita,

Llevo varias noches soñando contigo, y me da miedo, mucho miedo. No sé qué pasa. Entiendo que tienes tus años encima. A veces me entristece verte tan delgada, tan chiquita. Recuerdo que cuando estaba pequeña te acompañaba de un lado para otro, todos los sábados, y eras más grande que yo, y yo más pequeña, y te agarraba del brazo, y nos íbamos andar, como si yo fuese un bastoncito, y entonces comprabamos las veladoras, y luego subíamos hasta la iglesia, y rezábamos por un buen rato, y luego te parabas en frente del cuadro de Jesús que más te gustaba, y me decías que él te miraba donde quiera que te pusieras, y le llevábamos la veladora al niño Jésús, y luego a la Santísima Trinidad, y en cada uno un par de oracioncitas, y a veces me aburría, porque era muy largo, y yo creía contigo tantas cosas, que aprendí a ir a misa cada domingo, sin falta, así no pudieses ir, y luego salíamos de la iglesia, e íbamos donde Floralba, y conversábas y conversábas, y luego nos devolvíamos por el mismo camino, como si estuviéramos recogiendo nuestros pasos. Y recuerdo que me decías que cuando creciera no lo iba a volver hacer, que cuando estuvieras viejita ya me daría pereza acompañarte, e incluso me daría pena, y que sería el momento en que más me necesitabas, y yo recuerdo como decía que no, y te llamaba mentirosa, y me enojaba, porque no era cierto, y al final, tenías razón abuelita, y ni siquiera era por pena, sino porque cuando uno crece, cambia de parecer y de situaciones, y puede ser aburrido esperar que conversaras con todos los que encontrabas, y que pararas en cada almacén. En fin. Me equivoque. Tu predicción era cierta, pero pequeña, eso es un buen recuerdo. Y hoy te pienso, porque quizás tengo miedo. Estás lejos abuelita, y cuanta falta me haces. Tus arepitas, tu quesito, tu bendición. Incluso hace falta tu terquedad, porque de vieja te has vuelto cansona y llevada del parecer, e incluso brava, bravísima... Y tengo miedo porque estás vieja, abuelita, y porque cuando se está viejo, la muerte está mucho más cerca, o por lo menos, mucho más segura. Es posible que me muera yo primero, nunca se sabe... En fin, tenía ganas de escribirte y de recordar tu nombre. Blanca, como las nubes, incluso como tu piel, como tu pelo. Tienes el pelo blanco más lindo que conozco, aunque algunos de tus nietos insista en que lo pintes de morado... Ay mi agüela, quizás nunca leas mis palabras, porque el internet llegó tarde para tí. Incluso escribir palabras te es difícil. Tus famosas "boletas" con razones, inentendibles, casi siempre. Tu amor por la finca, en la que pase media niñez, en la que mi padre era feliz llevando a ver los animales. En la que estábamos cuando lo mataron. Ay mi agüela, cuánto te quiero, no creo que pueda resistir palabras. Y a los viejos hay que escribirlos, incluso antes de que se vayan, porque cuando se vayan, ya no vale mucho la pena. Y te escribo muy personalmente, pero quiero que seas para la posteridad, y la posteridad puede ser ponerte en mis letras, y que cualquiera lo vea, y que cualquiera recuerde a su abuela. Yo ya perdí a doña Consejo, y eso duele, porque me quede con muchas palabras, con muchas promesas, con pocas miradas. Y eso duele, y no se olvida, aunque el tiempo se vaya y nos lleve.

Mi abuela, yo sé que te entristece que ya no vaya a misa, que no me coja el pelo con pizas, como quisieras, que no use pantalones de tela, con chaquetas, como una señora toda aseñorada, que te regañe por quererte quedar en la finca, pese a todo, tu y yo sabemos el todo, que no te visite inmediatamente estés en Riosucio, que no coma ensalada con cebolla y todas esas pendejadas, incluyendo el brócoli, que sabes que odio, y sobre todo, que ya no me guste ir a la finca. En fin. Yo sé que te enorgullece cada cosa que hago, y que rezas por mí, todo lo que yo dejé de rezar, que me piensas a diario, que nos quieres a diario, por igual, con un amor infinitamente grande. Recuerdo nuestras discusiones políticas. Tú una liberal por herencia, incluso sin entender de política, yo, casi una izquierdista. Nuestra última discusión, tu amor por el presidente... mmm, abuelita, que triste... pero está bien, ojalá tu leche no tenga problemas... Abuelita bonita, he soñado contigo estas noches, y aunque insisto en que me da algo de miedo, todas tus cosas traen una magia distinta, un recuerdo bonito, una historia larga y prodigiosa. Con tus ojos azules bonitos, que no heredé, que ninguno de tus nietos heredó, he de iluminar estas palabras.

Te ama, tu nieta,
Mónica.

Recomendado especial, Eduardo. Ese Eduardo.

miércoles, julio 11, 2007

...

Porque las hojas pueden incluso acabarse miles de veces. Porque puedo mirarlas tantas veces como quiera. Porque las hojas siempre alcanzarán para escribir cada recorrido, cada paso, cada imagen igual. La vida se ha vuelto monótona en menos de tres días de ella. Porque ya estoy cansada de su olor, de su mismo olor. Porque el camino ya lo puedo recorrer con lo ojos cerrados. Porque ya nada tiene sentido. Porque incluso seguir escribiendo, puede ser repetitivo. Ojala pudiera virar a la izquierda.

miércoles, julio 04, 2007

UNA MUSA

A veces creo que ya no eres nadie en mi vida, y es cierto, no eres más que un recuerdo vacío y triste, que miles de veces me atosiga con un dolor suave y lento. Me equivoco, tal vez. El problema del amor, no es ni siquiera el amor. Son todos los silencios que quedan. Eso que nadie quiso explicar. Esas miles de preguntas, clichesudas, que nadie contesto. Y eso, más que cualquier cosa, duele, y más que doler, se mantiene por el tiempo y tras el tiempo, y es algo que puede confundirnos. Quererlo en las noches y en las llamadas. Y eso, más que cualquier cosa, es molesto, y más cuando te recuerdan que no fuiste nadie en su vida, salvo en sus vacíos y en los espacios que faltaban por llenar. A veces creo que ya no eres nadie, pero me equivoco, y es triste, porque todavía las canciones traen tu nombre, mis escritos llevan tu nombre, y mis irreconciliables peleas conmigo, tienen tu nombre. Y eso es triste, porque no te quiero como te quise, ni espero de ti, nada de lo que algún día esperé. Sin embargo, todo es raro, porque pusiste una huella, casi indeleble, que se ha mantenido, y que se sigue manteniendo. Estoy por pensar que eres un muerto, casi como Eduardo. A Eduardo lo deje ir hace días, y fue un alivio significante. Pese a todo, el dos de julio, cuando celebró diecinueve años de ser un muerto, no pude dejar de estar triste, ni de pensarle, ni de llorar, como es costumbre, porque ese día me duele, porque Eduardo, pese a que ya entendí que es un muerto, me duele, porque me da la gana, pero sobre todo, y de eso estoy segura, porque necesito alguien a quién escribirle. Eso es Eduardo ahora, un personaje de mis historias. Un personaje de mis noches taciturnas, donde escucho música suave, donde llega la nostalgia, donde estoy a oscuras. Eduardo es una musa. Es todo. A veces creo entonces, que ese hombre, más que algo en mi vida, es otro personaje. Alguien que necesito, en las mismas noches, para escribir. Alguien que invento y que he inventado, más de lo que ha llegado a ser real. Y lo invento, ya no porque sienta y quiera, sino porque se volvió costumbre, porque es un muerto que necesito revivir. Sin embargo, a diferencia de Eduardo, éste se agota cada día, cada noche, y creó que se irá del todo una de estas oscuridades, porque ha de llegar otro, porque las historias han de acabarse, porque tiene final, porque es de carne y hueso, porque ya nada sucede.

A veces creo que no eres nadie en mi vida, y me equivoco. Eres una musa. Eso es todo.

lunes, julio 02, 2007

DOS DE JULIO

COMO DUELE RECORDAR ALGO QUE NO EXISTE PARA MI. UN MUERTO QUE NO VI Y UN ENTIERRO AL QUE NO FUI. COMO DUELE TENER QUE INVENTARTE. COMO DUELE QUE ESTES MUERTO. COMO DUELE ESTE DÍA. COMO DUELES EDUARDO.

INFELIZ
DIECINUEVE AÑOS, SIENDO UN MUERTO!!!!

domingo, julio 01, 2007

ESE VIAJE

Empaco mis maletas con una tristeza profunda. No me quiero ir. Tengo la sensación que será difícil volver, que no he de volver, y es lógico, al mismo punto en el que ahora estoy. La tristeza no puede ser más triste, ni más nostálgica, ni más apocalíptica, porque quiero llorar sin control, porque quiero ser una niña pequeña que se pega de las sábanas de la cama de su madre para evitar el viaje, para protestar por tener que ir a un viaje que no quiere ir. Es tarde. Ya no soy la niña de antes que lloraba y lloraba para conseguir cualquier cosa. No. A veces las cosas no son como quisiéramos y mucho menos como las soñamos. No resisto palabras sobre el destino. No resisto palabras sobre los próximos días. Ya sé que no es hora de partir, que todavía queda una semana.

...Sé que te vas por ella, porque ella tiene que ir. Sé que te vas, sobre todo, no porque tengas que ir, sino porque tienes miedo de afrontar lo que hiciste y lo que sentiste ese día, cuando la noche estaba en su punto climax, cuando estaba oscura, cuando no eras la mujer metódica de siempre, sino la mujer de unos cuantos tragos que no piensa para actuar. Tienes miedo, sobre todo, de volverle a mirar a la cara, mejor, de mirarlo con su novia, y no porque te guste, ni porque sientas algo, sino por ella, porque te has equivocado tanto en la misma historia, de ser la otra, aunque sea un instante, que te duele y que te remuerde la conciencia...
Algún día tendré que mirarlo, aunque tarde en hacerlo, pero soy, y somos en general, tan cobardes, que preferimos extender el tiempo, tanto como se pueda, por esa costumbre de creer que el tiempo olvida. Ojala olvide, para dejar de sentirme tan putrefacta. Esa noche fue karmatica. Vuelve a mi vida, además del incidente, ese hombre que había apartado de mi mundo hace menos de lo que quisiera, y vuelve, no por él, sino por ella. Las personas son lo que uno quiere que sean, hasta el momento en que cruzas dos o tres o cuatro o quizás más palabras. Entonces entendí que la bruja creada, nunca fue bruja, y que el príncipe, nunca fue príncipe. Y lo quiso, y yo lo quise, pero quizás lo quiso más de lo que creí quererlo. Y entonces me dolió lo suficiente, y más, o mejor, me remordió lo suficiente, y más, o mejor, me hizo catarsis lo suficiente, y más. Preguntó lo que nunca quise afrontar. Confirmó lo que era un secreto a voces. Una verdad a medias. Lo difícil fue que no pude explicar, y eso, carcome. En fin. Yo también lo quise en sus ratos libres, en sus peleas tontas, y en su distancia. Ese día me dolió, porque estuve perdida en su amor, porque me dolió, simplemente, porque nunca me había dolido, porque pese a saberme la otra, nunca me había dolido, nunca lo había sentido, nunca lo había pensado. Me dolió, sobre todo, porque ahora la bruja era princesa, el príncipe un hombre malvado de cuentos de hadas, y yo, una hada madrina deschavetada, con la vara pérdida, y a veces convertida en bruja malvada, por equivocación. Pese a todo, todavía sigo sin comprender, y comprenderme.

Te vas no porque tengas que irte, y empacas las maletas con una tristeza profunda porque tu casa sigue viva, porque las paredes están más bonitas, porque tu cama está más cómoda, porque tu pieza está más viva, porque el techo es nuevo, porque tienes la casa que te gusta, con la madre que amas y con el espacio que deseas. Empacas con una tristeza profunda porque sabes que tu lugar es ese y no otro, pese a que vivas en el otro y no en ese.

Empaco con una tristeza profundamente silenciosa y nostálgica y dolorosa. Nadie se acordará de mi cuando vuelva, salvo ella, que me recordará siempre, desde cualquier parte. Me voy a un lugar que no es nuevo, pero que no quiero, que no me gusta, que no me acostumbro. Llegó a un espacio diferente, desconocido, que me produce pavor. Empaco con una tristeza profunda porque la vida me ha enseñado que morir de a poco, es al fin y al cabo, estar donde no se quiere.

jueves, mayo 31, 2007

SIN ATAUD

A veces cometo el error de escribir y pensar en el que lee. No. Perdónenme. Me interesan ustedes, pero mucho menos de lo que me interesa quedarme vacía, sin nada. Escribo por una necesidad, a veces absurda. Escribo para que cuando me lea, sienta una y otra vez, que estoy ahí. Escribo para mí, para que cuando me lea, las palabras sean tan ajenas, que no quiera corregir. Y escribo, porque me da la gana. Mejor, sólo porque puedo descubrir tantas cosas, como nada. Mejor, sólo porque puedo usar tantas letras, sin necesidad de pegarle a alguien. Entonces parezco libre. Entonces he muerto tantas veces, sin encerrarme en un ataud.

SOLEDAD

Hay cosas que se pueden querer miles de veces, y al final, se consiguen. Basta con esperar un poco más de lo mínimo. El dinero se consigue, y llega. No obstante, hay cosas más allá del dinero, y pueden salirse de las manos, miles de veces. Sí. Nada es imposible. Sí, nada, pero hay cosas más tristes, que no llegan, incluso cuando se tiene eso que se puede tocar.

Lo he querido con una pasión paternal indiscutible. No ha de venir. Los padres no se compran, me digo, así tuvieras dinero, aunque el amor sin dinero, tampoco es nada. En este mundo, la vida gira con él, y es todo. Hoy la quisiera a ella. Extraño su calor. Su mano. Sus palabras. En las noches, como ésta, estaba ahí, siempre. Se despedía con un suave beso, aunque nunca pude salirme de su cama. Ahora, cuánto la extraño. Más de lo que quisiera. Hoy hay muchas cosas aquí, y pese a la felicidad, no quiero sonreir. Sí. No soy feliz. La felicidad se trata de estar donde se quiere, como se quiere y con las cosas que se puede, y no aquí, atada a miles de cosas que podrían no ser nada, y que sin embargo, no estarlo sería el acabose.

Ojalá tuviese más valentía para salir corriendo y alcanzarle.

jueves, mayo 24, 2007

EDUARDO. ESE EDUARDO

Porque en mis sueños apareces y desapareces, tanto como me da la gana.
Porque los muertos han de doler para siempre.

A él lo culpé muchas veces, por su muerte, aún hasta hace poco. Ya van cerca de veinte años, y todavía le pienso, y a veces todavía lloro. Ya dejé de creerlo culpable. Así quiso su vida, así la hizo, y así era posible morir. A ellos los culpé miles de veces, por el olvido, aún hasta hace poco. Con ellos, todavía lloro. Hay cosas por las que vale la pena morir. El pueblo, mejor, “la pobrería” , era para él, una de las causas por las que valía la pena hacerlo.

Eduardo, se llamaba. Yo tenía un año y algunos cuantos meses. Era de izquierda. Moirista. A su padre lo mataron en la mitad del siglo XX. Liberal, campesino. Lo mataron en la época de La Violencia, cuando las luchas partidistas eran cruentas. Tenía cinco hijos y una esposa. La abuela no sabía hacer nada, salvo tener hijos y estar en la casa. Eduardo era el mayor. A mi abuelo lo mató la política, y a mi padre, también. Cuando el abuelo se fue, doña Consejo aprendió enfermería, a las malas, sin ninguna visita a la universidad. A Eduardo le tocó ser el hombre de la casa, sí, tenía como diez años. Siempre he dicho, aún cuando nadie lo ha confirmado, que el amor de Eduardo por la izquierda, nace con el asesinato del abuelo. En fin. Eduardo amaba la izquierda, incluso más que su propia vida, y lo digo de esa forma, porque uno sólo está dispuesto a morir, por aquello que ama tanto como así mismo. El MOIR fue su partido. Estudiaba Ciencias Sociales en la Universidad de Caldas. De esos que en las huelgas tiraba piedras, si era necesario. A Riosucio llegó descalzo. Los descalzos era una política moirista en la que muchos “camaradas abandonaron las ciudades y se instalaron en los más estratégicos lugares del país, con el objetivo de servir a las masas, vincularse a su producción material, conocer y sopesar la importancia estratégica de zonas y poblaciones…” . Llegó sin conocer a nadie. Llegó donde el cura. Vaya contradicción. El izquierdista, bien izquierdista. El cura, bien cura. Fue su amigo, en últimas, y ahí vivió, en la Casa Cural. Amo Riosucio, y era huilense.

Se subía en una silla al lado del atrio. La gente salía de misa y lo escuchaba. La gente es chismosa por naturaleza, aunque lo nieguen. Convenció a muchos. En el ochenta convocó a un paro contra la CHEC –Central Hidroeléctrica de Caldas, por alzas en la energía riosuceña. Marcharon por las calles del pueblo, hasta cuando apareció la policía. Entonces todo fue caos. Dos muertos. Varios heridos. Los muertos no eran manifestantes. Era gente que salió a mirar. Los precios bajaron. De algo sirvieron los muertos, aunque duelan. Inició un barrio social, Primero de Mayo. Lo fundaron, lo aplanaron, lo dividieron. Hasta ahí llegó él. Ahora, Barrio Eduardo Quintero. Todas las casas hechas, pintadas, terminadas. Fue concejal. Varias veces. Tenía un periódico, Página Uno, aunque nunca pudo poner su nombre. Una papelería, La Pola. A veces voy por la calle y me encuentro personas que me lo recuerdan. “¿Ahh, tu eres la hija de Eduardo?”. Si les digo, y luego dicen cosas bonitas. Muchos lo querían, y el pueblo de Riosucio, lo quería. También había gente que lo odiaba, es normal.¿ A qué político le gusta que le hagan oposición, y más, en un pueblo tan pequeño?. En el concejo municipal todavía está su foto. Qué ironía. ‘Concejales muertos’. Sigo pensando que es una ironía. Las cosas son como son, y punto. En el 85 lo amenazaron y se fue de Riosucio, escondido. No le dijo a nadie, ni a mi madre. Fueron novios ocho años. Fueron esposos, tres y unos meses. A ella, cuando eran estudiantes, la llevaba a vender periódicos. Tribuna Roja, el periódico del MOIR. Ella no. De hecho, ni izquierdista, ni moirista, ni derechista, ni nada. Entonces le dijo, ‘Usted por allá, yo por acá. Nos vemos en una hora’. Ella se quedó sentada, y cuando Eduardo llegó, estaban los mismos veinte periódicos. Un año duraron peleados. No volvieron a hablar de política. Tema prohibido. A él lo metieron a la cárcel dos veces. Dos días y un mes, por el Estatuto de Seguridad. Salió a decirle a los campesinos que vendieran el café a otro precio, más alto, y no al que había que venderlo. En ese entonces, eso era prohibido. Es más, estar con varias personas, también lo era. Don de la palabra. Siempre que veo a Robledo en el senado, así, moviendo la mano, como la suelen mover, y con las palabras que usa, y con el tono, me acuerdo de Eduardo. Sí, me acuerdo. Yo inventé a un padre con todas las historias para tener a quién recordar. En últimas, todos hablan parecido. Siempre que veo a Robledo, siento nostalgia. Eso era lo que quería Eduardo, y lo que Robledo hace, era lo que quería Eduardo. Hablar. Denunciar. Criticar. Analizar el discurso. Luchar por el pueblo. En fin. Eso era lo que quería Eduardo, y no alcanzó, y no pudo. A él lo mataron. Es como cuando a alguien le cortan las alas, y eso duele. Al principio le echaba la culpa por su muerte. Ahora entiendo, que morir era una de las posibilidades, y él decidió aceptarlo. Era la causa. Es todo.

Lo mataron. Eso suele suceder. En estos regímenes políticos como el nuestro, el que no sirve, estorba. En Colombia hacer oposición es difícil. Unos políticos que han mantenido la hegemonía desde siempre. La izquierda no ha sido bienvenida en ningún lado. Es la oposición, y nadie quiere ceder el poder, y los otros no van a dejar de hacer oposición, así que la lucha es difícil, y a veces cruenta. No toda la izquierda es violenta, o corrupta, así como no toda la derecha es diplomática, o no violenta. En esas cosas hay de todo. A mi papá lo mató la derecha. Es simple. Sin embargo, a eso hay que sumarle que los mismos extremistas izquierdosos, los que han usado las armas, los que se han salido de la ideología, tampoco querían a todo aquello que fuera de izquierda, y no empuñara las armas. Así que Eduardo fue víctima del partidismo. Lo mataron por ser de izquierda, por hacer oposición, por decir cosas que no se debían decir, aunque Él estaba seguro que había que decirlo. En Colombia izquierda es sinónimo de guerrilla. Vaya equivocación. La derecha también mata, y también ha dejado niños huérfanos, y mujeres sin esposas, y gente desprotegida. La política ha sido en el país un eje importante en su historia, y la política, de cualquier parte que sea, ha dejado muertos. Sólo es una realidad.

Dos cosas me quedaron de Eduardo. Uno. En Colombia no vale la pena hacer política. No para mí. Yo no amo tanto a la gente, ni tanto a la política, como para arriesgarme a morir. Además, con un muerto en la familia es suficiente. En Colombia matan al que no dice las cosas que se deben decir, y eso es triste, y eso duele. La política es cruel, es dolorosa, es mentirosa. Algún día seré columnista de opinión y seguramente moriré por mis letras. Lo mismo, tal vez. La izquierda me parece interesante, y necesaria, en tanto oposición. No es más. Con Eduardo entendí que es importante, que el pueblo debería ser tenido en cuenta. Dos. Me gusta la izquierda, más que la derecha. No soy izquierdista, aunque suela parecerlo. No tengo el valor. Tengo miedo. La política no necesita de las armas, son más importantes las palabras. Lástima que con las palabras, cualquier cosa pueda suceder.

Varias cosas se fueron con Eduardo. Tal vez hubiese sido atea. No le tendría miedo a la gente, ni desconfianza, ni caminaría rezando el Ángel de la Guarda. No me habrían bautizado. No tendría que inventarme a diario un papá que me bese en las noches. Eso deja la guerra. Vacíos. Y la vida cambia, y cambia más de lo que uno se puede imaginar. Los muertos se desvanecen, pero el olvido, pero el recuerdo, son perpetuos. Ahora su muerte hace parte de mi historia, y de todos los que vengan en adelante. Muchos vacíos tengo, y eso duele, y eso dolerá. Se sigue viviendo, porque es justo seguir haciéndolo. Muchos vacíos tienen muchos, y eso les duele. Sólo una cosa sé. La venganza no debe hacerse con armas, porque es crear más venganza. Debe hacerse con ideas.

Eduardo murió cuando yo tenía más de un año, y a pesar de todo, de mis inventos, y de mis esfuerzos por pintarlo, el subconsciente sabe, que quiero por querer, por convicción, pero que la gente existe, si se conoce. Para mí nunca existió, y con eso, se carga toda la vida.

jueves, mayo 17, 2007

...

Todo es feo. Vuelvo a mirar, y sigue siendo feo.

Todo es triste. Vuelvo a mirar, y sigue siendo triste.

Todo es oscuro. Vuelvo a mirar, y sigue siendo oscuro.

Todo es ella. Vuelvo a mirar, y sigo siendo Camila.

sábado, abril 21, 2007

FANTASMA

porque pareces un fantasma, que va y viene, que viene y se va. vienes de la nada, sin nada. te vas del todo, con todo. luego se vuelve un desastre, pero qué desastre, porque es bonito, es organizado, es comprensible. un desastre que extraño más de lo que quisiera, que quiero más de lo que acostumbro. porque pareces un fantasma, que va y viene, que viene y se va. cuánto más lo espero, más quiero que siga siendo fantasma. amo los fantasmas, casi como la costumbre de amar cualquier cosa.

martes, abril 17, 2007

MORADO

Ya no es el azul, ni el negro, ni el blanco, ni el azul claro. Es el morado. No tengo idea por qué, ni por quién, ni por dónde. Es el morado. De pronto alguno que otro sentimiento inconforme. Nunca se sabe. Es morado y punto.

viernes, marzo 23, 2007

CUÁNTOS OLVIDOS

A veces no es necesario tanto tiempo, ni tantas esperas. No es necesario ni siquiera forzar los pensamientos, para que no le piensen, para que no le olviden. A veces, el olvido llega y se repite, muchas veces. Todo se va. Hasta lo bonito. Sólo hace falta una única cosa que se odie, que duela, que reproche los errores y la equivocación. Una única cosa que haya hecho, que sea tonta, que permita dudar de todo. Hasta lo bonito. Cómo duele que haya pasado por la vida, que se le haya creído, que todo fuese una mentira, una idiotez. A veces no es necesario tanto tiempo. El corazón sabe cuando olvidar. A veces, el olvido puede repetirse, miles de veces. Ha de repetirse, y volverse a repetir, porque el amor y el odio son la misma cosa, el mismo sentimiento, pero al contrario. Se puede olvidar cuantas veces se quiera. Basta una única cosa, que lo cubra todo. Cuántos olvidos se paran frente a todos los recuerdos. Hasta lo bonito.

martes, marzo 20, 2007

GATOS

Miles de gatos, al otro lado de la ventana. Miles de gatos, que te miran, que te siguen. Miles de gatos.

domingo, marzo 11, 2007

ESE ADIOS

Porque en su mirada, se perdió mi mirada. Porque en su silencio, se perdió mi voz.
Las cosas pasan. Es todo. Era un silencio, un montón de situaciones, de inconsistencias, de inseguridades. Era yo en medio de todo enfrentando al mundo, enfrentando sus miradas y sus palabras, enfrentando mis palabras y mis miradas taciturnas y extrañas. Y todo fue extraño, terminó extraño y se fue como si nada. Se fue en medio de un vacío existencial, de un espacio que quedó sin nada. Extraño cada cosa, pero la vida sigue, aunque duela, aunque el corazón se sienta raro, aunque hayan miles de lágrimas que pare con mi razón. Tantas cosas por pensar, tantas confusiones, tanto silencio. Tantos recuerdos, miles de recuerdos, que hacen daño, que lastiman, que son bonitos. Me hacen falta un montón de cosas que se crearon de un momento a otro. Todo mantiene su olor. Todo me mira, como si estuviese ahí. Ahora vuelvo a lo de antes, y es distinto. Me hace falta su abrazo, es todo. Las cosas pasan. El amor pasa. El dolor pasa. Las confusiones pasan. Todo pasa. Hasta él. Hasta yo. Ese adiós simplemente, porque es adiós, porque es costumbre. Ese adios, tiene que doler.

lunes, febrero 12, 2007

INFIERNO

El calor es sólo un invento pasajero. La gente tarde o temprano ha de venir, porque nadie se salva. Todos tienen algo que esconder. Los pecados se delatan sin preguntarles. Van llegando sin ser llamados. Los castigos los inventan las conciencias. El infierno es la memoria y el alma, haciendo de las suyas.

lunes, febrero 05, 2007

OSCURIDAD

Le temo a la oscuridad. Es más que miedo. Es encontrar tus ojos en medio de nada. Miles de fantasmas que imagino. Muchos sonidos. Es como si el mundo se confabulara para ponerme los pelos de punta. Es oscuro. Más que oscuro. Es encontrar tu silencio en medio de nada. Miles de sueños que se pierden. Unos cuantos grillos perdidos en la locura del color negro. Le temo a la oscuridad. Es más que miedo. Es encontrar mi cuerpo, en medio de nada. Es encontrar miles de ojos, que me miran, que me siguen mirando, que me van a mirar por siempre. Tus ojos, entre tantos ojos. Es más que miedo. En la oscuridad se puede ser cualquier cosa. Inclusive ser, aquel que no se quiere ser.