sábado, marzo 08, 2008

SIN ESTADO

Afuera no hace frío, pero tengo frío. Hace poco pedía un poco de descanso. Nadie respondió. Así que decidí ir contra ello y me tome el día libre. Todo el día. Hasta hace cinco minutos, que es exactamente lo que falta para la medianoche. Todavía hay cansancio. Mi cama es la mejor del mundo, pero el cuerpo no se adapta a ella, ni a ninguna. Bueno, sólo a una, a la de ella, que es escasa, y que se hará cada vez más escasa.

Ya no le pienso tanto y eso es bueno. Tampoco me pienso mucho y eso es malo.

El aire sigue a medias. Respiro poco. Todavía le puedo prestar mi oído izquierdo, si quiere.

Miento, le pienso un poco, pero es por la soledad. Sí, es cierto, físicamente no estoy sola. Es otra soledad, que no cubren los minutos de celular.

A Eduardo, qué decir, aún le saludo.

Sigo queriendo tener magia para detener el tiempo, no mucho, sólo un poco. Estoy haciendo barquitos. Fue el hombre de los barcos. No lo he contado, pero los barcos de ellos se hundieron, hasta el fondo. Lástima, el corazón se hundió con ellos, y digo lástima, porque se quieren, en el fondo, incluso. Podría ser orgullo, pero sólo es un invento que hago para darle un buen final, o un final no tan trágico como es, en realidad. Era una pareja bonita. Dos menos.

Estaba hablando del tiempo. Los párrafos ya son más corto y me duele un poco. No quiero perder la gran longitud. Por eso tengo miedo. Un poco (Muchísimo). En fin. Quisiera detener un poco el tiempo, no porque no quiera crecer, no. Sólo para leer un poco. Hace días que quiero leer a Borges, a Pizarnik, a Cortázar. ¿Coelho? No, nunca. Coelho es para hacer barquitos. Con el tiempo detenido tal vez podría decirle un poco, aunque cada vez sea menos necesario. Compartir lo que hay adentro. Digamos que es la diferencia entre tener un bolso lleno y uno vacío. Pesa menos. Sería, además, la posibilidad de desatrasarme de todo lo que tengo que hacer. Y de hacer otras cosas. Últimamente me siento tonta y vacía.

Escuché noticias toda la semana. Estuvo bien. Me gusta ser periodista, sólo a veces. No te preocupes Camila. No hay por qué preocuparse.

Me acompaña el ruido del ventilador. Pereque está perdido. Tengo sueño, pero no quiero dormir. Está bien, hay que dormir.

Sin estado es como estar vacío, es más, es estar indescriptiblemente vacío, mejor, indescriptible, a secas, y no necesariamente triste.

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