lunes, noviembre 28, 2005

A UN PADRE

En medio de todo, seguías ahí, a unos cuantos pasos. Te miraba, tratando que entendieras un poco mis palabras, pero seguías lejano, pensando en otras cosas, que no eran mis palabras, ni tus palabras, ni mis pensamientos. Eran tus pensamientos. Seguías, a pesar de los metros, más lejos que nunca, más distante que por lo general, mientras yo, ahí, en frente, trataba de encontrar algún consejo amable, una pequeña sonrisa, algo que pudiera borrar mi incertidumbre y mi rabia por no encontrarte cada noche, a pesar de los múltiples esfuerzos por buscarte. Seguías ahí, tan distante como nunca, tan lejano como siempre. Yo seguía ahí, tan cercana como nunca, tan solitaria como siempre, hablándole a un muerto, que por costumbre, ha estado a varios metros, mientras le hablaba, tratando de encontrar un eco de respuesta, pero sin darme cuenta, que los muertos, poco saben de las palabras humanas.

No hay comentarios.: