lunes, julio 23, 2007

MORTECINA

Este lugar huele a mortecina. Tal vez. La que escribe ama la muerte, porque vive en la muerte, casi todos los días, casi diario. Es un invento, y lo que existe por momentos, está muerto gran parte de su historia. Alguien existe, para otro, si lo piensa, si lo cree, si lo conoce. El resto de las veces, está muerto, y es todo. La muerte, amo la palabra. Tan oscura. Tan tenebrosa. Tan triste. Tan bonita. La muerte es una puerta para escribir. No significa nada más. No deseo la muerte. No la definitiva. Le temo a la muerte de los que más quiero. A la muerte de Mónica, por ejemplo. Aunque a Mónica la muerte sólo le apasiona. Más que temerle, le preocupa el mundo sin ella, como a todos. La muerte no es nada. Los otros siguen. Los otros siguen, y es todo, aunque les duela, al principio, incluso, tal vez, más que al mismo muerto. Es comprensible. No se sabe más. Los muertos no regresan, excepto cuando los inventamos. La muerte para Mónica es una obsesión, desde pequeña, por Eduardo. Es todo. Mónica le teme a la muerte, no a la suya, a la de los otros, a la de quienes más quiere. Le tiene terror a quedarse sola, aunque se ha costumbrado a su soledad, aunque ame la soledad. Le tiene miedo a la soledad de la muerte, esa que siente cada noche cuando se despide de Eduardo. ‘Hasta mañana, pequeño papá’. La muerte le llegó temprano. Pequeña. Cuando no podía decir mucho de ella. Ahora, incluso, todavía no puede hablar mucho de ella. De la muerte desembocan más cosas. La tristeza. Amo la tristeza. Ama la tristeza, incluso no porque la sienta a diario, ni la tenga a diario, ni la quiera a diario. Simplemente la ama, a secas, por amarla, porque le gusta la mezcla que logra con las palabras, el efecto, el final. La tristeza es parte de ella, y no porque la sienta siempre, sino porque su corazón tiene un espacio para ella, porque también es aire, y el aire se necesita para seguir viviendo. Ama la nostalgia, por ser nostalgia.

La muerte puede ser bonita. La tristeza puede ser bonita. La nostalgia puede ser bonita. Es otra forma. No convencional, si quiere. Convencional, si quiere. Camila vive muerta, y Mónica no se suicidará, como muchos piensan. No todavía (De pronto, a los 70). Mónica, como todos, a veces, es feliz. Está bien. Todas palabras relativas. Mónica le hace honor a su nombre, a su significado, ‘qué ama la soledad’.

Nos gusta el olor. Ese olor fúnebre y silencioso.

Este lugar huele a mortecina, y seguirá oliendo, por fortuna.

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