lunes, noviembre 19, 2007

DECEPCIÓN

Él decepciona cada que no entiende todas las indirectas, aunque las indirectas sean realmente indirectas. Y da rabia, incluso, porque vuelve a jugar lo de siempre. Cuando uno se acostumbra a tener lo que quiere, no alcanzarlo decepciona, entristece, enrabiese. Lo que pasa es que hay cosas que no basta con quererarlas, ni lucharlas, porque dependen de otros, y no son controlables por sí mismas, y eso, duele, realmente. De ahí que la tenga decepcionada. Es todo.

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Pese a todo lo demás y su influencia en la vida en general, hoy descubrí que la vida es, que decir, una maravilla, y eso que lo nombro así porque no encuentro una palabra más especial, más bonita. Pasó lo siguiente. Un bus llenísimo de gente. Gente parada a lado y lado de las sillas totalmente ocupadas. Había un hombre. Entró una viejita chiquita, si acaso un metro. Él, muy caballeroso, le ofrece su puesto. La señora le dice que no, que gracias, pese a que no alcanzaba la varilla, que estaba encartadísima y que si acaso podía sostenerse. El hombre queda estupefacto y sigue ahí, sentado. Lo raro es que la mujer hablaba y hablaba, sola, y miraba para atrás, para su espalda, es decir, para la silla del frente del joven generoso. Entonces de pronto desocupan la silla, se la brindan a ella, y ella, como si nada, acepta, y se sienta. Los pies no tocan el suelo. El hombre, el primero, la mira rarísimo, pensativo, estupefactísimo. Yo sonrío.

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