martes, agosto 28, 2007

POR TODA LA MITAD

La mujer caminó hasta la esquina debajo de un montón de árboles a lado y lado de la calle. Contó cada paso, hasta el cien, hasta la esquina. La sombra dejó el rastro, sin sonreir, sin miradas de reojo. No hubo nada atrás. Ni compañía, ni los ojos del gato de la señora de la esquina, de la viejita de noventa y nueve, de la viejita arrugada que tiene un gato negro, muy negro, que sale todas las noches y recorre cada casa, y maulla cada casa. El gato no salió ese día. No ese, ni el siguiente. No hubo ni luz, ni luna, ni eclipse, ni nada. Sólo una mujer de la casa de enfrente de la viejita de noventa y nueve.

La mujer caminó hasta la esquina, dobló a la izquierda, atrás dejó un olor suave y taciturno, y una calle vacía, sin vieja, sin gato, incluso sin mujer.

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