jueves, octubre 25, 2007

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Está sentada en la esquina de la casa verde. Sus ojos un poco melancólicos y una sonrisa que se desdibuja suavemente, como si el tiempo la desgastara. Lo espera. Hay un poco de ansiedad. Respira con pausa, pese al corazón agitado, como si hubiese corrido una maratón seguida. No lo sabe, pero el corazón ha de correr una maratón seguida. Él va a llegar y le va a besar, se va a dar la vuelta, sin palabras, sin miradas, sin manos, sin nada. Su sonrisa se dibuja un poco. Está exhausta.

Así es él. Siempre en silencio. Siempre perturbando su espera.

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