lunes, octubre 22, 2007

CELULARES

Ese día todos estaban estrenando celular. Todos, hasta el hombre de camisa verde limón que comía helado en la silla pequeña de madera. Incluso esa mujer, la misma que Martín decía cada rato, que había hecho el amor con ella unas 403 veces, sólo porque mirarla le causaba tenerla que amar, aunque no la amara realmente. Los aparaticos eran distintos, unos con más timbres que otros, con más gallos que otros, con más estupideces que otros. Y eran de diferentes colores y diferentes formas, y algunos, incluso, hablaban con suavidad, y algunos, incluso, hacían magia. Ese día todos estrenaban celular, como si se hubiesen puesto de acuerdo, y todos, incluso, parecían niños pequeños que hablaban monotemáticamente, como cuando el niño dios llegaba en la noche del veinticuatro y a la mañana siguiente, casi a las ocho, ya estaban en las puertas, mostrandole al otro, las maravillas del niño aquel.

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